En el Godó, cada jugador que es cabeza de serie tiene una plaza de parking reservada en la calle Marqués de Mulhacén. Rafa Nadal, como número 1 del torneo –aquí no cuenta que además lo seas del mundo- tiene asignado el primero, haciendo esquina con Bosch i Gimpera. Uno esperaba ver un Kia último modelo, pero en su lugar hay un Peugeot –coche oficial del torneo- de color azul, un gama baja (modelo 308) que, de no ser porque está aparcado donde hay un cartel con su nombre, pensaríamos que alguien se ha equivocado de plaza o, si lo ha hecho queriendo, acaba de cumplir el sueño húmedo de su vida tenística...

Pero, ya dentro, en la conferencia oficial con que el mallorquín deleita a la prensa año tras año, Nadal se convierte en la ‘bestia’ que es: Nº1 ATP, Nº1 del Godó y Nº1 de la tierra batida.

Es una escena tan repetida que bastaría con recuperar cualquier foto desde que ganó el primer Godó en su propio club –Rafa es del RCT Barcelona-1899 desde que era un niñato-, allá por 2005. Ha llovido mucho desde entonces, pero Rafa es tan Rafa en Barcelona que hasta la pista central lleva su nombre.

Ha sido, pues, otro lunes en la oficina para el manacorí: ganar en Montecarlo, coger el primer vuelo posible a Barcelona y presentarse en el Godó para decir "hola" al personal, dos días antes de debutar –como cabeza de serie Nº1 no juega hasta el miércoles-, dispuesto a llegar al domingo para disputar una nueva final y ganar el que sería su 11º título en el jardín de su casa, como el anterior domingo hizo en territorio monegasco.

Todo por un reto: ponerse a punto para llegar en la mejor forma posible a París y decirle a los franceses que nunca en la historia habrá alguien capaz de hacer lo que ya ha hecho (diez coronas en Roland Garros) y de lo que está dispuesto a hacer este mayo: lograr su decimoprimer título en el torneo que convierte a su ganador en el auténtico monarca de la tierra batida.

CON ‘NOLE’ AQUÍ, MEJOR

Nadal se ha mostrado “encantado” de poder enfrentarse al serbio Novak Djokovic en el Barcelona Open Banc Sabadell-Trofeo Conde de Godó, que ha empezado este lunes. Lo dice por él y también por los miles de aficionados barceloneses, catalanes, españoles y de todo el mundo que van a tener la ocasión de poder ver en directo todo un clásico, un Nadal-Djokovic, algo que jamás ha ocurrido en Barcelona porque el serbio sólo ha jugado una vez aquí, cuando era jovencito, y no había vuelto a inscribirse hasta este 2018, cuando la necesidad de ponerse en forma le ha obligado a aceptar una invitación especial de la organización.

Nadal ha acaparado la atención de los medios de comunicación / MIKI



Nole –apodo del serbio- es uno de los mejores de la historia, y que pueda venir aquí a jugar el Godó es una noticia muy buena para Barcelona y un regalo para el torneo”, ha dicho Nadal, a quien se le nota esa mirada de buitre quebrantahuesos que asusta al más pintado de sus rivales. “Los espectadores y los amantes de nuestro deporte lo van a agradecer. Supongo que para sus rivales -entre los que se incluye- es una noticia peor, pero para todos los demás es la mejor noticia posible”.

DE MONTECARLO A PARÍS

Tras ganar este domingo su undécimo título en Montecarlo, Nadal acudió esta mañana a las pistas de su RCT Barcelona-1899 para hacer lo mejor sabe hacer: ponerse a entrenar como un jabato a fin de ganar –también por decimoprimera vez- el torneo de su casa.

Aunque Djokovic lleva en crisis varios meses (cayó a la primera en Miami e Indian Wells, y en octavos de Montecarlo), es el único tenista del cuadro con el que Nadal tiene un balance negativo de victorias-derrotas  particulares (24-26). El serbio es uno de los grandes de la historia de la raqueta: acumula 12 Grand Slams -entre ellos Roland Garros 2016- y 13 triunfos torneos en tierra batida.

Ha vuelto a Barcelona por necesidad, doce años después de disputar su primer y único Godó, con el objetivo de relanzar su carrera tras ser operado del codo derecho a principios de este año, lo que le ha hecho retroceder hasta la 13ª posición en el ranking ATP.

Nadal ha hablado de la presencia de Djokovic durante su rueda de prensa / MIKI



“Sabía que era una posibilidad que Nole se presentase aquí, habiendo competitivo relativamente poco. Si yo hubiera estado en su lugar, creo que habría hecho lo mismo”, ha zanjado Nadal.

Lo malo es que, por ranking, el esperado duelo entre ambos podría darse demasiado pronto, en cuartos de final. Pero, si se da, sería el partidazo del siglo en Barcelona.

DURO DE PELAR

Para tratarse de un Master 500, Nadal va a tener “un torneo especialmente duro” si pretende ganarlo. En el cuadro, y tras debutar el miércoles ante el ganador del partido entre el español Roberto Carballés y el austríaco Andreas Haider-Maurer, tendrá unos posibles octavos frente a un bicampéon del torneo como es el japonés Kei Nishikori, al que barrió el domingo en Montecarlo.

Si todo va como debería ser, en cuartos tendría, como queda dicho, a Djokovic; en semifinales, al belga David Goffin, décimo del ranking mundial, y, por último, una teórica final ante el búlgaro Grigor Dimitrov, quinto jugador de la ATP y la mejor raqueta de la otra parte del cuadro.

La presencia de Nadal es el principal reclamo en las taquillas del Godó / MIKI



Pese a ello, Nadal confía en sus ilimitadas posibilidades: “La de Montecarlo ha sido una semana muy buena. He continuado con las buenas sensaciones que tuve semanas atrás en Valencia (Rafa fue clave en la victoria de España frente a Alemania en los cuartos de la Copa Davis), he logrado otro título en un Master 1.000. Además, ha sido el primer evento del año que termino sin lesión, y para mí eso también es una noticia muy positiva”.

Así están las cosas en la Barcelona tenística. El ‘Rey de la Tierra’ espera a sus rivales como lo hacían los grandes campeones de las justas con lanza en la Edad Media: erguido sobre sus piernas y con mirada asesina.

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