Entre todos los tumores que, desafortunadamente, escuchamos mencionar a familiares y amigos, es probable que nunca encontremos el de corazón. Y sin embargo, existe. Más aún, el avance en los medios diagnósticos ha conseguido que esta dolencia pase a ser considerada 'infrecuente', pero no 'excepcional', como sucedía hace apenas unas décadas.
Aunque lo asociemos solo a patologías como infartos o arritmias, nuestro corazón no es una excepción y, como el resto de nuestro organismo, también puede desarrollar un tumor.
Lo que quizá sí distinga al corazón de otros órganos en relación a los tumores es que en la inmensa mayoría de los casos son 'secundarios'; es decir, el cáncer se produce en otra parte del cuerpo y se reproduce en el corazón por metástasis o como tumor secundario. Los tumores cardíacos primarios (que se crean directamente en el corazón), son entre 20 y 40 veces menos frecuentes que los cánceres cardíacos secundarios.
Según una revisión de la literatura médica sobre los tumores cardíacos primarios publicada por la Sociedad Española de Cardiología (SEC), su incidencia se ha establecido entre el 0,0017 % y el 0,5 %. Pero por muy baja que sea la estadística, escuchar un diagnóstico que asocie a un órgano tan importante como el corazón con la palabra cáncer le pone los pelos de punta a cualquiera. “Más de tres cuartas partes de los tumores cardíacos primarios son benignos”, tranquiliza la doctora Pilar Tornos, jefa del servicio de Cardiología del Hospital Quirónsalud Barcelona.
Existen diversos tipos de tumores cardíacos primarios (recordemos: que se producen directamente en el corazón) y el más frecuente se denomina mixoma, que es benigno. Según diversos estudios, constituye la mitad de los casos y es más habitual en adultos que en edad pediátrica, y en mujeres que en hombres.
SÍNTOMAS, DIAGNÓSTICO, TRATAMIENTO
Dada su escasa prevalencia, “el diagnóstico del cáncer cardíaco primario puede hacerse de forma casual, al estudiar otro problema del paciente”, señala la especialista de Quirónsalud Barcelona. Según recuerda, “los dos tumores cardíacos operados en nuestro hospital en el último año fueron hallazgos casuales en pacientes que acudieron por otras enfermedades y que, al hacerles el TAC torácico, se observó la presencia de una masa en la aurícula. Completamos el estudio mediante ecocardiograma y resonancia magnética, y los dos resultaron ser mixomas”.
Aun así, los síntomas también son de gran ayuda para el cardiólogo. El paciente con un tumor cardíaco puede sufrir ahogo, palpitaciones, tos o hinchazón de piernas. “Estos síntomas son debidos no tanto al tipo de tumor como a que obstruye las válvulas o el espacio por el que normalmente pasa la sangre”, precisa la cardióloga. De hecho, muchas veces el especialista forma su sospecha clínica por descarte, es decir, ante pacientes con una determinada sintomatología que no cuadra bien con alguna otra enfermedad cardiológica concreta. “Además -añade la doctora Tornos- algunos tumores cardíacos pueden ocasionar embolias, y en ocasiones estas son la primera manifestación de la enfermedad”.
Para salir de dudas, y como queda dicho, el diagnóstico de los tumores del corazón suele hacerse mediante las técnicas de imagen disponibles en la actualidad y cuya eficacia ha multiplicado el número de casos detectados. El ecocardiograma, el TAC (o scanner) y la resonancia magnética cardíaca son las más utilizadas y, además de establecer el diagnóstico, “también permiten determinar en qué parte del corazón se encuentra, su tamaño, las estructuras con las que se relaciona, si está infiltrando la pared del corazón u otras estructuras, y, a veces, orientan sobre qué tipo de tumor puede ser”.
En cuanto al tratamiento, depende del tipo de tumor cardíaco que sea. En el caso de los mixomas, que son tumores benignos, “suele ser la cirugía precoz, para retirarlo y evitar así el riesgo de embolia que puede comportar”. Los tumores malignos, en función de dónde se encuentren y qué partes estén afectando, “también pueden operarse, pero hay que saber que pueden reproducirse”. En los tumores por metástasis “la cirugía raramente aporta un beneficio clínico”, concluye la doctora Pilar Tornos.