La historia del artista barcelonés que se desnuda en los museos
Adrián Pino Olivera ha vuelto a realizar una performance en el Prado
13 septiembre, 2018 16:14Noticias relacionadas
“El arte hoy está muerto, no hay nada nuevo. Por eso lo hago, porque quiero llenar de vida los museos”. Descarnado, transgresor, efímero, así es el arte del barcelonés Adrián Pino Olivera, el último romántico del siglo XXI. Este jueves a las 11 horas lo ha vuelto a hacer. Él y su colega Jet Brühl han posado desnudos frente a los cuadros de Adán y Eva (Alberto Durero) en el Museo del Prado. Después de compartir las imágenes, tanto Facebook como Instagram han bloqueado su cuenta.
Tal como relata el artista a Metrópoli Abierta, han viajado hasta Madrid solo para llevar a cabo la acción que ha durado pocos segundos. “Han venido los de seguridad y nos han expulsado rápidamente, igual que hicieron cuando posé frente a La maja desnuda de Goya”, cuenta. “En este caso la poli nos ha puesto una multa leve y solo hemos tenido que pagar 50 euros”, añade.
UN DÍA EN EL CALABOZO
No es la primera vez que Adrián Pino Olivera realiza un desnudo en un museo. Con su Proyecto V ha recorrido media Europa –aunque odia viajar– y se ha desnudado en espacios tan emblemáticos como el Louvre, donde posó bajo la atenta mirada de Mona Lisa. La “broma” le costó todo un día en el calabozo: una experiencia adrenalínica difícil de olvidar.
El artista subversivo, que vuelve a la carga después de cuatro meses de silencio, juega con las ambigüedades. Representa un arquetipo: un hombre que esconde sus genitales para revindicar la parte más femenina del ser humano. Así, su escena de arte contemporáneo termina incorporándose en el arte clásico y estático de los museos. El arte sobre el arte.
DUCHAMP, EL ROMPEDOR
Siguiendo los pasos de Marcel Duchamp, Pino Olivera convierte su cuerpo en un ready-made en cada performance. “¡Quiero ser una obra de arte!”, exclama sin filtros en una entrevista con este medio. Su modus operandi es siempre el mismo. Elige una obra conocida donde aparezca representada una conocida figura femenina y se desplaza hasta donde se encuentre la misma. Ahí se despoja de su ropa, se cubre los genitales y captura el momento: clic. “Soy un fetichista de las imágenes”, explica.
EL PÚBLICO SE ESCANDALIZA
El momento más incómodo llega luego, cuando el público se escandaliza. Los adultos tapan los ojos a los menores y alguien llama a un guardia de seguridad para frenar el “show”. “Todos tenemos cuerpo y genitales, pero hay gente comida por las convenciones que no entiende esto”, lamenta el artista. “Si te molesta un ser humano desnudo tienes un grave problema”, zanja con naturalidad. No obstante, él lo tiene claro: el pudor del público no será un impedimento. Seguirá con nuevas acciones hasta conseguir su propósito: convertirse en obra de arte.