El 85 % de los empleados del mundo se sienten desmotivados y no comprometidos con su trabajo. Con este dato demoledor empieza The Valueholder (Plataforma Empresa, 2018), un libro escrito por Roberto Fusté que obliga al lector a replantearse su relación laboral para convertirse en un “portador de valor” de su empresa. “En España, esta cifra de desmotivación asciende hasta el 95 %”, ríe desolado el autor en una entrevista con Metrópoli Abierta.
La falta de liderazgo en muchas empresas y la pasividad de los trabajadores nos han llevado a un estado de adormecimiento permanente, según Fusté, actual asesor de ejecutivo de estrategias regionales en la compañía Fresenius Medical Care establecido en Hong Kong. Es por eso que él opta por la provocación. “Salgamos de la queja y no esperemos a que otros nos cambien la vida”, insiste. “La vida no te da lo que mereces, la vida te da lo que negocias”, suelta contundente. En otras palabras: recoges los que siembras. La ilustración de la portada resume el leitmotiv: cálzate, átate fuerte los cordones y sal a buscar tu propósito.
ENCONTRAR EL PROPÓSITO
¿Y cómo encuentras tu propósito? He ahí el quid de la cuestión. Parece fácil, pero –en algunas ocasiones– el anquilosamiento es tal que dar un giro de 180 grados requiere mucha fuerza de voluntad. El objetivo de Fusté es que el lector entienda que él no es “solo” un empleado, sino un “portador de valor”. Y ese valor añadido, “ese punto fuerte que cada uno tiene, viajará con él, vaya a la empresa que vaya”.
Fusté deja caer algunas claves. Para encarar el propósito está bien pensar en qué se puede hacer para mejorar la vida de los demás. Así, según su punto de vista, uno se sentirá más satisfecho. “¿Qué recuerdo quieres dejar en la vida?”, pregunta de forma retórica. Demasiadas veces luchamos por lo que queremos tener, y no por lo que queremos ser”, añade. Pero para esto se necesita compromiso. ¡Ay, el compromiso! “Eso es lo más duro”, subraya. “Lo más difícil es competir contra uno mismo y buscar nuestros límites”, comenta.
LA (CONOCIDA) ZONA DE CONFORT
Y es ahí donde entra en juego la zona de confort. Ese espacio tan conocido por todos pero que “pocos se paran a analizar”, según el autor. Para él, hay que ir ampliando estos límites con retos diarios. “Si no experimentamos cosas fuera de la zona de confort no la ampliaremos nunca”, valora. “Transformar tus miedos en seguridades al final te hace más feliz”, detalla.
Y, luego, están las empresas. “El término empleado es peyorativo, tiene una connotación negativa. Parece que diga: 'te uso para lo que a mí me interesa y cuando a mí me interesa'. Y, al final, acaban siendo los otros los que deciden cuándo dejas de ser útil”, explica. Él, acorde al pensamiento de las empresas modernas, acuñó otro término para motivar al personal: valueholder. “Uno tiene que ser dueño de uno mismo, y la solución está en sus manos, no en las de sus jefes”, recuerda al lector.
EL SALTO DE LAS EMPRESAS
Cada vez son más las empresas en Barcelona que apuestan por el bienestar del equipo, brindándoles flexibilidad horaria, beneficios, ambiente relajado, incluso permiten que entren mascotas en la oficina. “Las empresas, en vez de ser impulsoras de estrategias para motivar deben ser incubadoras que te permitan desarrollarte”, especifica Fusté. “Hay que conocerse para encontrar tus puntos fuertes y ser genuino. Y, entonces, empezar la revolución”, termina con una sonrisa.