La doble vara de medir, en política, no tiene límites. El consistorio de Ada Colau blande una bandera contra la gentrificación en el centro de Barcelona mientras permite que el monocultivo de tiendas enfocadas al turismo prolifere. Dificulta la supervivencia del comercio local, y mientras deja que los captadores ilegales de clientes campen a sus anchas. Pone en riesgo el futuro del Macba –símbolo axiomático de la cultura en el Raval–, pero luego se relaja con la apertura de discotecas y el incivismo nocturno en Ciutat Vella.

Como dice Rubén Blades, “la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”. Y, así, de golpe, llegó la noticia al centro del Raval. El Macba se enteraba de que el Ayuntamiento había decidido instalar el nuevo Centro de Atención Primaria  (CAP) del Raval Nord en la Capilla de la Misericòrdia. La resolución llegó contra todo pronóstico, a última hora: a la vuelta de las elecciones municipales.

UN ESPACIO APROBADO PARA LA COLECCIÓN PERMANENTE

En este espacio iba a exponerse la colección permanente del Macba que actualmente cuenta con más de 5.800 obras, entre ellas tres nuevas adquisiciones –tres maravillas– de Jean-Michel Basquiat. De hecho, la Capilla de la Misericòrdia fue cedida hace cinco años con un presupuesto de cinco millones de euros y con el respaldo del Ayuntamiento, la Generalitat y el Ministerio de Cultura en el marco del Plan Estratégico del MACBA 2020-2022 aprobado el pasado 2 de octubre de 2017.

La propia regidora del distrito, Gala Pin, se mostró a favor de la ampliación del Macba. Sin embargo, el deplorable estado en el que se encuentra el CAP Raval Nord (Lluís Sayé) se ha convertido en la excusa perfecta para rascar algunos votos en el barrio, el más azotado por la inseguridad y los narcopisos.

LAS PROPUESTAS DE LOS 'COMUNS'

Tal como ha podido saber Metrópoli Abierta, el Ayuntamiento ha rechazado todas las opciones –con viabilidad– presentadas por el Macba para emplazar el nuevo CAP Raval. Ninguna les valía. Entre las propuestas de los comuns despunta la de construir un nuevo edificio adyacente a la construcción principal del museo: tendría un volumen de 3.000 metros cuadrados distribuidos en un sótano y dos plantas, y permitiría conectar el edificio central con el Auditorio del museo por el subsuelo y no por la calle, como pasa ahora.

Las decisiones tomadas podrían frenar la expansión de organismos de cabecera como es el caso del Macba. Mientras, a las discotecas míticas del barrio como lo son el Moog y Les Enfants –o, más allá, las de Las Ramblas o plaza Reial– se suman nuevas como la que acaban de descubrir los propios vecinos del Gòtic en la calle Ataülf. Pese al Plan de Usos de 2018 impulsado por el Ayuntamiento con el fin de “equilibrar los usos urbanos con la regulación de las actividades”, los comercios enfocados al ocio nocturno y el turismo siguen estableciéndose en el centro.

“El futuro del museo está en riesgo”, comentan desde la plataforma +Macba +Cultura impulsada para su defensa, aunque no está en contra de la mejora del CAP. En este caso, la vara de medir vuelve estar en manos de los políticos, pues serán ellos quienes decidirán sobre si sigue adelante la ampliación en un pleno que se augura interesante. La actual alcaldesa quiere revocar la cesión al Macba y, para ello, buscará aliados.

El Macba llegó al Raval en los años 80, cuando el barrio nadaba en un mar de drogas, violencia e inseguridad. Más adelante fueron llegando otros equipamientos culturales (el CCCB, la Filmoteca de Catalunya, la Escola Massana...), y tanto turistas como barceloneses se vieron seducidos por un Raval renovado, ecléctico y rebosante de personalidad. A modo de déjà vu parece que esos tiempos –de drogas, violencia e inseguridad– hayan vuelto. Y, con más motivo, la cultura debe estar a la altura de las circunstancias.

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