Ginebra y Gemma –madre e hija– recorrieron a pie Oriente Próximo: de Estambul a El Cairo, más de 2.500 kilómetros en seis meses. Ainara Álvarez y Sonia Villarraga llevan 11 años viajando por el mundo con 79 países en sus mochilas. Ivana Colakovska y Manu Torres se subieron a una vieja moto hace cuatro años y hasta ahora todavía no han parado. Son algunos de los grandes viajeros que se darán cita este sábado en la Antiga Fàbrica Estrella Damm en el marco de las Jornadas IATI.

A través de charlas y clases magistrales, los asistentes descubrirán distintas formas de entender el mundo y pondrán fin a sus prejuicios. Se trata de un evento único que “pretende demostrar que los grandes viajes no son terreno exclusivo de nadie”, según explican los organizadores. “Al contrario de lo que muchos piensan, no hay que ser ni demasiado aventurero, ni rico, ni hablar idiomas para emprender viajes largos: dar la vuelta al mundo o recorrer el planeta durante varios meses son viajes al alcance de todos”, motivan.

¿CÓMO MONTAR UN GRAN VIAJE?

Por otro lado, habrá charlas cortas que se centrarán aspectos concretos, como por ejemplo dar la vuelta al mundo con hijos pequeños (Iván Batalla y Noli de Toro), viajar en solitario (Laura Fernández), astronomía y arte en un viaje en furgoneta (Víctor Moreno y Nadia Velilla), vuelta al mundo con amigos (Ester Marín y Sonia Gesteira).

Cristina Senserich haciendo autoestop en uno de sus viajes / IATI



También se impartirán clases magistrales con un enfoque práctico: cómo preparar un gran viaje (Jorge Juan-Creix y Jenifer Cando), cómo hacer vídeos inolvidables de tus viajes (Blanca Hernández y Óscar Tamayo) y cómo viajar low cost (Núria Borràs y Lluis Bono); y habrá mesas redondas sobre cómo es viajar por los distintos continentes.

Las Jornadas IATI –que se celebran desde 2013 en Madrid y desde 2015 en Barcelona– se consolidan como el encuentro más grande –e inspirador– dentro del panorama aventurero. Desde que los viajes se han democratizado, cada vez más ciudadanos del mundo se lanzan a explorar sin fronteras ni tiempos verbales. Y la mejor forma de empezar una historia de tal envergadura es soñándola.

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