De bailarina a actriz porno. El caso de Sheila Ortega (Venezuela, 1993) es particular. Conocida por sus espectáculos lésbicos, sobre todo con su hermana, nunca ha sentido atracción por las mujeres. Rompiendo prejuicios y tabúes, Kesha y Sheila llegaron hace cuatro años a España –tras un breve paso por Italia– para revolucionar el mundo de la pornografía. Sin pudor, las dos hermanas se plantaron en escenarios con sus números eróticos. Las redes sociales ardieron y ellas aprovecharon el tirón.

“Hay que tener mucha conexión para poder hacerlo”, detalla en una entrevista con Metrópoli Abierta. “La gente piensa que tenemos sexo todos los días, que follo con mi hermana todos los días. Pues, no. Eso son simplemente películas. Lo que se hace en el porno es una fantasía, no tiene nada que ver con nuestra vida personal”, puntualiza. “La gente no sabe eso”, argumenta con vehemencia.

UNA PERSONA "MUY SEXUAL"

Sheila nunca se imaginó que sería actriz porno. La idea se la lanzó su hermana mayor. “Siempre fue muy loca y sensual”, dice con admiración. Pronto se dio cuenta de que ella también era una persona “muy sexual” y estaba abierta a nuevas experiencias: quería innovar. Juntas han llegado a rodar con la estrella del porno Rocco Siffredi y hasta un trío con Nacho Vidal, cuya película acumuló en solo dos días medio millón de reproducciones.

¿Cómo es la rutina en un rodaje pornográfico? Sheila estalla de risa. “Llegas, te preparas un café, te maquillan, te arreglan, te peinan, ves la ropa, te pasan el guion, te lo estudias, saludas a los otros actores…”, enumera. Luego empieza la acción y, como en cualquier otro rodaje, si una escena no sale bien hay que repetirla. “Te puedes pasar todo el día, desde las nueve de la mañana a las diez de la noche”, desvela agotada. Y a lo largo de toda la película las actrices tienen que emitir sonidos. Gemidos, gritos.

ORGASMOS EN LOS RODAJES

Contra todo pronóstico, la actriz venezolana reconoce que en la mayoría de rodajes tiene orgasmos a diferencia de otras actrices que incluso lloran. En el porno existe también una parte oscura. “Los dolores, los hongos” y, lo más incómodo para Sheila, la menstruación: “Usamos tapones, pero claro a veces sale un poquito de sangre y hay que limpiar para que no aparezca en cámara”, explica sin reparos.

La actriz porno Sheila Ortega durante la entrevista con Metrópoli Abierta / PAULA BALDRICH



Otro de los aspectos que más inquietud genera en el sector es el de las Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS). Los controles, en un principio, siguen siendo rigurosos, aunque directores de cine X ya auguran una llegada inminente de los preservativos en sus rodajes. “Cuando se produjo el boom del VIH pusieron una prueba súper estricta que todos tenemos que hacérnosla para evitar infecciones”, cuenta la actriz.

UNA INDUSTRIA "POR LOS SUELOS"

Pero el caché de las hermanas venezolanas no va acorde a la situación de la industria del porno en España que, según Sheila, “está por los suelos”, a diferencia de otros países como Estados Unidos. Aquí, como tónica habitual, nuevas actrices jóvenes sin experiencia cobran “unos 100 o 150 euros por película”, y ellas no están dispuestas a rebajarse.

Así, viendo que algunas productoras “apuestan por abaratar costes”, ellas han buscado alternativas. Más allá de sus frecuentes shows en distintas ciudades del mundo, Sheila tiene su propio espectáculo erótico en la emblemática sala Bagdad de Barcelona y vende contenido –imágenes y vídeos subidos de tono– en la página Only Fans.

LIDIAR CON LAS REDES SOCIALES

También se exhibe en otros campos como las redes sociales. En Instagram, donde cuenta con casi un millón de seguidores le suelen decir “cosas bonitas”, sin embargo, en Twitter las reacciones son atroces. “Confunden el oficio de actriz porno con el de prostituta, te ofrecen de todo”, lamenta.

En este oficio, para poder triunfar, “hay que cuidar hasta el mínimo detalle”, sobre todo “cuando llegas a la categoría de MILF”, del acrónimo en inglés que se refiere a madres sexualmente deseables. Por eso, Sheila ha pasado por el quirófano varias veces. Se ha operado para aumentarse el volumen de los pechos, las nalgas, los labios, hacerse una liposucción, arreglarse los dientes y los pómulos. “Mis fans enloquecen”, ríe apretándose los senos con las manos.

¿Cómo se puede compaginar una relación sentimental con su faceta profesional? “Para el hombre es muy difícil que su mujer sea actriz porno. Normalmente cuando se consigue es porque ambos están en el mundillo”, comenta. ¿Y ella? Silencio. “No he tenido relaciones estables, las parejas consumen tiempo y energía”, sentencia. Sheila Ortega se plantea mudarse a Estados Unidos y seguir con su carrera como actriz. Y quizá algún día dejarlo todo y empezar de cero con otro negocio. Con uno que no tenga nada que ver con esto: el sexo.

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