El coronavirus ha golpeado duramente a Barcelona. La pandemia ha hecho que se pierdan muchísimas vidas y que miles de barceloneses hayan contraído el virus. Pero, aunque cueste sacar la parte positiva en una situación tan cruda, el aislamiento por Covid-19 ha proporcionado un respiro a la naturaleza de la ciudad. 

La capital catalana registra un descenso de la contaminación que no se había producido en años, y sus playas lo reflejan. La costa de la ciudad condal muestra una realidad que dejaría perplejo a cualquiera que haya tomado el sol en ella en alguna ocasión.

UN ASPECTO DIFERENTE 

Lejos han quedado el agua turbia y espumosa repleta de suciedad, la arena sucia de las orillas, las grandes multitudes amontonándose entre tumbonas y toallas o el fondo marino impuro de Barcelona. Ahora las playas de la capital catalana presentan un aspecto limpio, casi virgen y un estado desértico propio de un paraje natural desconocido. A pesar de los escombros, que arrastran a la orilla las olas del mar y el efecto devastador que provocó el temporal Gloria, la costa está más pura que nunca y su mar en calma parece una auténtica balsa. 

Tal y como se pueden ver en las fotografías que ha hecho Metrópoli Abierta en los últimos días de reclusión, la playa de la Barceloneta refleja este nuevo panorama. Los vigilantes municipales se encargan de que nadie traspase las zonas acordonadas y los vecinos del barrio se conforman con pasear a sus perros admirando la bonita postal que, de momento, solo pueden disfrutar de lejos. 

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