La restauración está en los huesos. El cierre de bares y restaurantes, decretado hace una semana en Cataluña, penaliza a un sector muy castigado por la crisis del coronavirus. La medida no ha frenado los contagios y Roger Pallarols, director del Gremi de Barcelona, pide a la Generalitat que corrija "un error" que puede sentenciar a muchas empresas. El futuro de muchos locales es incierto, pero no todo son malas noticias. La rebaja de los alquileres atenúa los daños sufridos desde el pasado marzo, cuando comenzó una pesadilla global que todavía no vislumbra una salida.
Pregunta: Después de una semana con bares y restaurantes cerrados o con servicio de takeaway y delivery, ¿cómo está el sector?
Respuesta: El takeaway y el delivery, como pudo verse durante el estado de alarma y el principio de la desescalada, son actividades residuales en el sector de la restauración. Responden a una economía de subsistencia que refleja la desesperación de un sector que acumula una profunda debilidad, con noticias recurrentes de que muchos negocios no aguantan más. Estamos en una situación tan crítica que cualquier decisión que pueda empeorar los pronósticos de los próximos días empuja a más empresas a tirar la toalla de manera inmediata. El nivel de agotamiento es muy elevado y el de endeudamiento hace que las empresas desaparezcan. Durante esta semana, los problemas se han multiplicado para los negocios que ya estaban al límite.
¿Es equiparable la situación actual con la vivida el pasado marzo?
El cierre de ahora es mucho peor que el de marzo, que fue dramático y se produjo después de una etapa de relativa normalidad. La prohibición actual llega después de meses de pérdidas muy considerables, de negocios con el agua al cuello. La destrucción de empresas y puestos de trabajo se acelera. Las decisiones que comportan pérdida de tejido productivo las pagamos en el presente y las lamentaremos en el futuro. La economía no la reactivarán los sectores públicos. Los únicos agentes que tendrán capacidad para activarla son las empresas. Y en Barcelona, el peso de la restauración no es irrelevante en la industria productiva. Este cierre tiene un efecto muy nocivo para las familias que viven de la restauración y para el resto. Barcelona se ha quedado con alguna extremidad esencial cortada.
¿Espera que el cierre decretado por la Generalitat se levante dentro de una semana o teme que se prolongue?
El cierre es un error desde el primer día que lo plantean. El Govern no tuvo voluntad negociadora y la respuesta en la calle fue clara. Es injusto que se siga señalando y criminalizando al sector de la restauración con decisiones restrictivas que acumulamos desde el 17 de julio. Desde entonces, las limitaciones han ido a más. No obstante, los contagios se han disparado. El problema, tal vez, no lo tenemos en bares y restaurantes, sino en otros ámbitos en los que la gente socializa. Le dije al vicepresidente de la Generalitat que se producirían reuniones en espacios no reglados, donde nadie se preocupa del cumplimiento de las normas y con riesgo de contagio. La solución para reducir la transmisión del coronavirus no pasa por cerrar bares y restaurantes.
¿Por qué la Generalitat ha señalado al sector de la restauración?
La medida responde a una especie de toque de queda encubierto que no se han atrevido a declarar. Con el cierre de bares pretendían que la gente se quedara en casa, convencidos de que se frenarían los contagios. En el ámbito de la lucha contra la pandemia, los éxitos son mejorables. En el ámbito de la lucha contra la crisis económica parece que se haya tirado la toalla. Con el cierre del Govern, 9.000 restauradores sufrirán una penalización de ingresos y se ha enviado a 80.000 trabajadores a ERTEs. La Generalitat debería pensar en la restauración como un aliado, pero ha roto la complicidad entre las dos partes.
¿Vislumbra una solución a corto plazo?
El problema no es haber tomado una decisión errónea. Es comprensible porque nos enfrentamos a una situación nueva. Las decisiones son ajustables día a día porque no tenemos una lección previa. Lo que sí es un error injustificable es alargar una decisión que sabemos que es incorrecta. Ahora se convierten en responsables, desde el punto de vista ético, de la agonía y la desaparición de empresas. El Govern ya tarda en llamar al Gremi de Restauració para reconducir la situación y poder circular al ralentí. Los problemas, insisto, no están en los bares y los restaurantes. El mismo Ministerio de Sanidad dice que los contagios en la restauración son residuales. Los contagios aumentan en los ámbitos privados.
Protesta de los restauradores en la plaza de Sant Jaume, del pasado viernes / EFE - ENRIC FONTCUBERTA
¿Le sorprendió la respuesta de muchos restauradores en la plaza de Sant Jaume?
Sí, porque es raro que nuestro sector se exprese con tanta contundencia, pero la imagen que vimos de las protestas en la plaza de Sant Jaume no son nada comparado con la indignación y la preocupación que centenares de restauradores nos transmiten cada día.
Este fin de semana se juega un Barça-Madrid y seguramente habrá mucha movilidad entre familiares y amigos. ¿Es mejor o peor este escenario?
¿Alguien duda de que los aficionados del fútbol continuarán viéndolo como tenían costumbre de hacerlo, es decir, en grupo? Probablemente sea peor. Un acontecimiento así sería mucho más seguro en bares y restaurantes en los que un responsable se ocupa de que se tomen las medidas de seguridad necesarias. Lo único positivo que nos ha traído la pandemia es que nos hemos dado cuenta de que la restauración forma parte de nuestro ADN: la ciudad, el fútbol… Todo pierde sentido sin la presencia de los bares y restaurantes.
¿El Govern calculó bien el impacto que iban a tener las restricciones?
Muchas voces han cuestionado la decisión. El Govern es consciente de que se ha equivocado, pero tiene miedo a rectificar, y ahí reside el error. Si rectifican les acompañaremos, pero este paso lo tiene que dar la Generalitat. El día que se levantó la reclusión supimos que habíamos hecho un sacrificio enorme pero que, lamentablemente, no habíamos vencido al coronavirus; solo habíamos reducido la curva. Teníamos el objetivo de estabilizar el virus y evitar la paralización de la economía. Si el vicepresidente de Cataluña rectifica, puede salvar decenas de negocios mañana mismo. La situación es tan crítica que importa cada hora. No hicieron falta ni 24 horas para que el Govern viese que la restauración no tenía la culpa de los contagios. Si la restauración cierra, caerá Barcelona. Y sin Barcelona no hay reactivación de la economía en Cataluña ni en España.
¿Cómo afrontará el sector de la restauración la campaña de Navidad si el Govern levanta el actual cierre de bares y restaurantes?
Hacer pronósticos de la campaña de Navidad ahora es muy complicado. Escuché con mucha preocupación las declaraciones de Alba Vergés y creo que la consellera se equivoca. Probablemente, el mejor sitio para celebrar las navidades sea la restauración. Las familias se reunirán durante las fiestas y se producirán contagios. Lo mejor sería dirigir estos encuentros a lugares seguros. Y la restauración lo es.
¿Por qué las instituciones señalan al sector de la restauración y al ocio nocturno?
El sector del ocio nocturno no me compete, pero parte un poco de la misma premisa: la actividad reglada no es el problema. Es lógico que haya más problemas de noche que de día y algunas comunidades autónomas preparan toques de queda. Podría ser una mejor solución. La lucha que tenemos es por la supervivencia. En todas las guerras hay el doble cálculo: cómo tener las mínimas perdidas humanas posibles y cómo hacer que las familias no pasen hambre. No podemos dejar que personas que trabajan toda su vida para ganarse un sueldo se ahoguen. Tenemos que estar a la altura de la guerra que nos ha tocado vivir.
¿Las rebajas de los alquileres han atenuado el golpe?
Ha sido un paso de gigante porque desde el día que se decretó el estado de alarma exigimos al Gobierno del Estado que la paralización de ingresos debía ir acompañada de una paralización de gastos. El acuerdo que hemos trabajado con la consellera de Justícia y el conseller de Empresa en una especie de ERTEs aplicados a un contrato de alquiler. Viene a ser una manera de suspender o reducir determinadas obligaciones que están ajustadas a una realidad que queda superada por la nueva situación. Este principio de que todo el mundo pierda comporta que todo el mundo gane porque proteges o evitas la desaparición de más empresas y tienes más capacidad para reactivar la economía. Los gobernantes nos habían dicho que no nos dejarían solos pero esa falso. Nos han dicho que no sufriríamos con los impuestos, pero no ha habido una reflexión sobre las ordenanzas fiscales. También nos han dicho que nos facilitaban un ICO, un crédito, etc. Pero el sector bancario no ha estado a la altura de las circunstancias en muchas ocasiones.
Usted siempre habló de socializar las pérdidas.
Lo que habíamos vivido hasta ahora era una protección escandalosa de los intereses del sector de la propiedad. Todos los costes se cargaban al autónomo o a la microempresa. El decreto ley tiene dos principios impecables: no niega el principio esencial de que las partes lleguen a un acuerdo y emplaza a que lo hagan. Cuando el alquilado comunique al propietario que quiere llegar a un acuerdo de forma fehaciente, se abre un plazo de un mes para que lleguen a un acuerdo. En el caso de que no lleguen a un acuerdo, no te envía a los juzgados como la cláusula rebus y establece decisiones inmediatas de aminoración de renta en función de las restricciones que ha impuesto la autoridad sanitaria en aquel momento. Es equitativo, reparte la pérdida con quien hay que repartirla y provoca que el proceso de destrucción empresarial pierda velocidad.
¿Qué le parecen las críticas que han hecho desde el sector de la propiedad a las rebajas de alquiler?
Es obvio que no les ha parecido bien. No querían asumir la parte de los costes de la crisis que les correspondían. He escuchado sus reflexiones y no han acertado en la valoración.
¿Este decreto conseguirá salvar muchos negocios en Barcelona?
Es imposible calcular la cantidad, pero es evidente que el decreto frena un proceso de declive. Desde que ha entrado en vigor esta medida, son muchísimos los restauradores que nos han llamado para felicitarnos y agradecernos el esfuerzo. Nos gustarían más medidas. Si nos cierran no tendríamos que estar obligados a pagar nada, pero también pienso que el Govern ha tomado una decisión que frena la desertización empresarial. Calculamos que entre el 10 y el 15 % de los restaurantes de Barcelona han cerrado para no volver a abrir. Creo que Barcelona perderá más del 30 % de bares y restaurantes en los próximos meses. En estos momentos no necesitamos el dinero del Estado, necesitamos decisiones en línea de acompañamiento. En caso contrario, este 30 % podría llegar a aumentar hasta el 50 %.
¿Qué tipo de decisiones necesitaría el sector en Barcelona para sobrevivir?
La alcaldesa de Barcelona, el alcalde de Madrid, el presidente de la Generalitat, la presidenta de la Comunidad de Madrid y el Gobierno de España deberían estar elaborando conjuntamente un plan para reactivar los motores económicos de España, para atraer turismo, congresos, negocios e inversiones y competir con otras ciudades. Los árboles no les dejan ver el bosque y habrá un día cero para el que deben prepararse Madrid y Barcelona.
El Ayuntamiento de Barcelona subvencionará a los dueños de los locales que rebajen los alquileres. ¿Ustedes esperan alguna inyección económica?
Más que inyecciones económicas, los restauradores necesitan facilidades para poder trabajar. El gobierno de Colau, instado por el Gremi, ha tomado dos decisiones eficientes en Barcelona: la reducción fiscal de una tasa de terrazas que habían multiplicado y destinar espacio público para favorecer la reactivación de la restauración.
¿El consistorio ha atendido ya todas las peticiones para ampliar terrazas de Barcelona?
Este es, lamentablemente, un proceso lento. Estamos presionando para que acabe rápido, pero la ampliación de las terrazas ha salvado a centenares de restauradores. Estas mesas adicionales, que han llegado tarde, han salvado empresas.
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