Mujeres gigantes que juegan con hombres diminutos, que los sujetan en sus manos, los pisan… o incluso se los comen vivos y los engullen. Calma, no es la vida real. Se trata de una fantasía sexual que se conoce como macrofilia, y que mueve toda una industria audiovisual destinada a generar multitud de contenidos para aquellos que tienen a las mujeres XXL entre sus fetiches.
Jorge es uno de ellos. Este andaluz de 28 años, afincado en Barcelona, es el director de su propia compañía de películas macrofílicas, Rated Raw Pictures. Fundó la empresa en 2015 y después de un lustro puede afirmar con orgullo que ha elaborado más de 200 producciones. Piezas audiovisuales en las que lo importante es “el poder que establece aquella chica gigante sobre el hombre pequeño”, explica para Metrópoli Abierta. Y es que este fetiche, desconocido para muchos, consiste precisamente en la relación de dominación de una fémina de tamaño descomunal sobre un señor minúsculo y sumiso.
En las páginas pornográficas de internet, este género cinematográfico lleva el nombre en inglés de giantess. Traducido al castellano como giganta. Dentro del mismo existe una amplia variedad de subcategorías que él enumera en una larga lista: “Si la modelo coge a esa persona diminuta y juega con ella en la palma y entre sus dedos, hablamos del handheld; si lo aplasta con el pie, la mano o el culo, eso entra en el crush; si en cambio lo hace con los pechos, lo llamamos smother; que se lo coma es vore; y cuando la modelo crece de tamaño sin parar, hasta romper la ropa, aquello es growth”.
NO TODO SON DESNUDOS
Fantasía erótica sin necesidad del sexo explícito. A pesar de ser una rama más de la industria del porno, Jorge aclara que las actrices que trabajan para él aparecen vestidas en tres de cada cuatro de sus filmes. “La mayoría de veces no se ve un pecho, un coño o un pene. No hay desnudos”, cuenta a este diario. “La sexualidad es mucho más que la penetración o la presencia física de los genitales. En los fetiches también cabe esto”. Revela que, para los incondicionales del género giantess, el placer y el morbo están en el escenario, el argumento o el contexto de sus películas: “En cualquier fetiche, lo realmente excitante es la situación y no el sexo en sí. En mi caso, la sumisión”.
No es imperativo ni tampoco es lo habitual pero, al tratarse de cine para adultos, de vez en cuando también se ve una vagina: “Por cosas del guion, puede darse el caso que aquella chica de tamaño descomunal utilice al hombre pequeño para masturbarse. Ahí sí que se ven los genitales, evidentemente”, aclara Jorge.
Pero los gigantes no existen más que en la imaginación. Así que cualquiera que no esté puesto en materia podría pensar que se trata de una fantasía que se queda exactamente en eso, un deseo irrealizable. Y realmente es así, aunque solo a medias. Si bien es cierto que ninguno ha mantenido relaciones sexuales con mujeres de dimensiones colosales, el responsable de RRPictures confiesa que entre los fetichistas hay quién utiliza juegos para alcanzar ese “estado mental fantasioso”. Por ejemplo, “te puedes tumbar y que la otra persona se coloque encima de pie, para dar una perspectiva en la que parece que tu pareja sexual es mucho más grande”.
Han pasado cinco años desde que llegó a Barcelona, “el músculo de la pornografía y el sexo en España”, en palabras de Jorge, y ha conseguido hacer de su fetiche un trabajo, en una empresa en la que además está él solo. “Normalmente tengo entre dos y tres rodajes al mes, y de cada rodaje saco un par más de vídeos. Así que me quedan, más o menos, ocho clips cada mes. El precio está estandarizado en el mundo de venta on line. Si dura 10 minutos, vale 10 dólares; y si dura 15, pues cuesta 15. Me da para pagar el alquiler y vivir, estoy entre los 1.000 y 1.500 euros mensuales”, calcula. Pensó que el confinamiento aumentaría las ventas, pero apunta que el único mes verdaderamente extraordinario fue mayo.
PÚBLICO MASCULINO Y HETEROSEXUAL
Con un público mayoritariamente masculino y heterosexual, Jorge concentra sus ventas en los EEUU: “El 70% de mis consumidores están allí, pero me compra gente de todo el mundo”. Entre los clientes españoles, la mayoría son de Barcelona. Lo sabe porque también hace vídeos por encargo, y gran parte de los pedidos le llegan de la capital catalana. Aun así, lamenta que “en España esto es totalmente invisible. No solo este fetiche, sino todo lo relacionado con la pornografía no convencional. Aquí es mucho más fácil encontrarte con gente del mundillo, pero como salgas de Barcelona es jodido”.
Perfil multidisciplinar en su propia empresa, lo único que Jorge no hace en RRPictures es el papel de giganta en sus películas. Normalmente ficha a modelos profesionales eróticas o actrices porno que, gracias a los avances digitales, aparecen en la pantalla con la anhelada imagen gigantesca que esperan sus clientes. “Son gente abierta y no suelo tener problema para trabajar con ellas, aunque algunas sí que me han dicho que era algo rarísimo y que pasaban”. Usan también muñecos miniatura para recrear personas reales. “La persona que ve el vídeo se imagina que es la persona pequeña, o simplemente fantasea con el contexto en el que ese muñeco es en realidad humano de verdad”.
SILVIA RUBÍ: "ME PARECE DIVERTIDO Y EXCITANTE"
Artistas más o menos famosas dentro de la industria pornográfica, como la mediática Amarna Miller, protagonista del spot publicitario del Salón Erótico de Barcelona en 2016, que se hizo viral por su crítica descarnada a la sociedad española; y también Silvia Rubí, actriz de películas mainstream, BDSM y fetichistas. Rubí tiene a sus espaldas 14 años de experiencia rodando porno. Durante los 12 últimos, como dominatrix. “No recuerdo cuándo empecé con Jorge haciendo contenido giantess, simplemente me ofreció rodar un corto y dije que sí. A partir de ahí ya hemos trabajado otras veces”, relata.
En el portal de compra de RRPictures aparecen ocho de sus películas. La intérprete aclara que “el resto son vídeos customizados que la gente pide para uso privado”. Le encanta grabarlos. “Me gusta, me parece divertido a la par que excitante”, confiesa. “Me piden que coma con los muñequitos dentro de la boca, que los pise, que me ría de ellos, que los use para masturbarme o que trague ositos de gominola, por ejemplo. Jorge es el que controla del fetiche, por lo que suele pasarme el guion para que vea de qué va la historia y tenga una idea de qué decir. Una vez en el set de rodaje suelo improvisar un poco, recordando frases que he usado otras veces”.
Afirma que es de las que hace “de todo” en la industria, porque le gusta ir descubriendo su propia sexualidad cada vez que innova y prueba diferentes fetiches. Tomar las riendas es lo que le hace sentir más a gusto: “Llevo muchos años trabajando como dominante, por lo que es un papel en el que estoy más que cómoda. En cuanto a la macrofilia, aún estoy experimentando”.
EVA AUTUMN: "COBRO 10 EUROS POR MINUTO"
Una vivencia similar a la de Eva Autumn, que se anima a hacer público su sueldo en este tipo de grabaciones: “Normalmente cobramos dependiendo de si hay desnudez o si el contenido es muy explícito. También por la duración. En mi caso es de 10 euros por minuto”. Después de tres años trabajando puntualmente con Jorge, la artista se sincera cuando aclara no siente “ningún placer sexual” rodando este tipo de escenas, pero que disfruta porque le parece “interesante la creatividad de los clientes con respecto a las historias que imaginan”. En los que ella aparece entra en juego el fetiche de pies y el deseo de ser ingerido por la giganta: “Quieren recorrer la boca y la garganta de su diosa. En algunos casos piden ser totalmente digeridos y expulsados en el váter”.
Para poder entender esta parafilia, como cualquier otra, la psicoterapeuta especializada en sexualidad Anna Zaidín, del Centre Pensaments, explica que “la sexualidad es el escenario en el que se pueden experimentar fantasías que fuera de él la sociedad no concibe”. Nadie sabe lo que imagina la mente de otro, o el placer que reciben los cuerpos de los demás en el ámbito privado, y eso permite que uno se deje llevar abriendo un abanico de posibilidades.
Tampoco hay que subestimar el papel “que juega internet en todo esto”, puntualiza. Navegar por la red facilita el acceso a una multitud de material, y ha hecho aumentar el interés por un sinfín de fetiches que hasta hace relativamente poco eran desconocidos para una gran parte del público. Un dato del imperio PornHub sostiene esta afirmación: en el informe anual que elaboraron sobre 2016, el portal pornográfico reveló que las búsquedas del término “giantess” habían aumentado un 354% en Reino Unido.
ANNA ZAIDÍN: "EN LA RELACIÓN JEFE-EMPLEADO TAMBIÉN HAY SUMISIÓN"
Zaidín define también algunos fetiches como una forma de canalizar otros aspectos de nuestra vida cotidiana. La fantasía sexual de las gigantas podría ser uno de estos. El motivo, la relación de dominación y sumisión que lleva implícita. “El trabajo está lleno de este tipo de relaciones. El jefe mandón y el empleado que cumple sus órdenes a rajatabla. Y por más que nos quejemos de nuestro superior al salir de la oficina y llegar a casa, hay algo de esto que engancha. Si mirásemos por un agujerito, estos patrones de dominante y sumiso se repiten a menudo en la intimidad”.
El origen de este tipo de parafilias es también objeto de investigación. Según cuenta la psicóloga, “si un niño tiene una experiencia que le induce a la excitación, en su caso no sexual pero sí placentera, puede ser que, cuando crezca, aquello le genere un fetichismo. Eso queda en la memoria”. Una hipótesis que manejan varios expertos y a la que ella se abona: “Esto explicaría que más del 50% de las parafilias aparezcan antes de los 18 años. La identidad sexual la empezamos a forjar de pequeños”.
Hay que saber distinguir entre las fantasías y las patologías. El deseo asociado al morbo es algo “completamente saludable”, dice Zaidín. Pero habría que prestar atención al momento en que una persona necesita sí o sí del fetiche para excitarse y mantener relaciones sexuales. “Entonces hablamos de un trastorno” que requiere de la ayuda de un experto, apunta.
MACROFILIA EN LA HISTORIA
Presente en la mente de algunos hombres desde tiempos inmemoriales, las mujeres gigantes ya eran objeto de adoración por parte de algunas mitologías como la griega, la nórdica o la hinduista, miles de años atrás. Aparecen también en la literatura. En Los viajes de Gulliver, por ejemplo, el clásico de Jonathan Swift de 1726. Todos evocan siempre la llegada de Lemuel a Liliput, rodeado de seres enanitos que creían que era un monstruo, pero pocos recuerdan que más tarde fue a parar al país de Brobdingnag, donde la enorme reina se encapricha de él, lo compra y lo mete en una “caja de viaje”, que no es más que una casa de muñecas.
Nathan H. Juran llevó este tema al cine en 1958 con El ataque de la mujer de 50 pies, una señora tamaño Godzilla que causa destrozos en California como las artistas de Jorge en RRPictures. Más recientemente, la actriz hispano-cubana Ana de Armas salió en Blade Runner 2049 como un holograma gigantesco y desnudo proyectado en frente de Ryan Gosling. Era el año 2017. Hasta la serie animada Futurama caricaturizó este fetiche en uno de sus episodios, que se tituló Muerte por kiki.
Es la prueba de que en el sexo (casi) no hay límites. Con la macrofilia, los fetichistas de las gigantas pueden llevar su excitación a lo más alto.
Jorge comparte contenido macrofílico en la cuenta de Twitter de su productora, @RRawPictures. Para acceder a sus películas y adquirirlas, pueden pulsar aquí.
Si desean realizar una consulta a Centre Pensaments, envíen un correo electrónico a centrepensaments@gmail.com.