Los cinéfilos barceloneses afrontan un momento complicado. Algunos cines han cerrado definitivamente y, los que sobreviven, se han visto obligados a bajar la persiana por las restricciones de la pandemia. Las grandes pantallas llevan mucho tiempo sin brillar y, ante la irrupción de las plataformas digitales, varias de ellas se exponen a un apagón definitivo.
Una de las realidades más difíciles de afrontar para el sector cultural es la desaparición de los cines más emblemáticos de Barcelona. Entre ellos se encuentra el antiguo Cinema Urgell, con medio siglo de historia en la ciudad. Actualmente, lo sustituye un supermercado Bonpreu, que decidió mantener la esencia de la alegórica sala entre su decoración.
“CONSERVAR LA MEMORIA DEL ANTIGUO CINE”
El establecimiento, que tiene una superficie de ventas de 1.441 metros cuadrados de superficie y 22 plazas de aparcamiento, se inauguró a finales de noviembre de 2019. Desde Bonpreu afirman que “siempre que abren un nuevo local hay mucha implicación con el territorio”, y, en este caso, querían convertirse en “el día a día” de los vecinos del barrio de Sant Antoni.
Por ello, tras lograr la licencia municipal después de muchos años de incertidumbre, acordaron que la empresa de alimentación sería partícipe de “diversas actuaciones para mejorar la zona y para conservar parte de la memoria del antiguo cine”. Con una inversión de 4,6 millones de euros, se levantó el supermercado y se rehabilitó el patio interior “para crear un jardín urbano”, ideado para “el disfrute de los vecinos”.
RECUERDO DE LOS BARCELONESES
La construcción del supermercado empezó seis años después del derribe de la sala. Con el objetivo de “revivir el recuerdo de muchos barceloneses”, en la fachada se mantuvieron criterios de la antigua construcción y, en la decoración del interior, el mundo cinematográfico tomó el protagonismo.
En la entrada del local, ubicado entre los números 32 y 48 de la calle Comte d’Urgell, un mural que simula una gran pantalla da la bienvenida a los clientes que, para realizar sus compras, deben bajar a la parte subterránea.
REPOSO PARA LOS CLIENTES
En el subsuelo, entre los amplios pasillos, también sigue viva la esencia del que fue el cine más grande de Barcelona. Justo delante de un moderno córner de sushi, reposan tres butacas –en bastante buen estado– que incitan al “descanso” de los clientes, aunque actualmente estén inhabilitadas por la pandemia del coronavirus.
El nuevo comercio genera afluencia en el barrio, aunque su gran entrada no se puede comparar a las letras inmensas e iluminadas del antiguo cine Urgell, que llenaban de vida el trozo de calle entre Floridablanca y Sepúlveda. No obstante, es un pequeño alivio para los cinéfilos saber que, aunque solo sea durante un instante, pueden volver a sentir el espíritu de un lugar que solo sobrevive en la memoria.