Una mujer viaja en el metro de Barcelona. Cuando el convoy se detiene en una parada alza la vista y mira el cristal del vagón. En él puede verse su reflejo, y justo detrás, en la estación, un cartel que se queda mirando y dice así: “Jo tampoc estic bé”. Se trata del anuncio de la campaña que lleva el mismo nombre y que ha sido impulsada por Obertament, una asociación que lucha contra el estigma y la discriminación de las personas que sufren algún trastorno de salud mental y que forma parte de la Taula de Salut Mental de Barcelona, impulsada por el Ayuntamiento de la ciudad. 

PEDIR AYUDA

"Todos tenemos salud mental, igual que física, y por tanto todos estamos expuestos a tener alguna problemática de este tipo, y lo que ha pasado ahora con el covid es que se ha dado una combinación de factores que influyen en la salud psíquica y emocional con mucha intensidad y en un corto periodo de tiempo: presión financiera inmediata de gente que se ha quedado sin trabajo, el luto de las personas que han perdido a alguien próximo, reducción de la interacción social", explica en conversación con Metrópoli Abierta Miquel Juncosa, director de Obertament.

Por ello, entre otros recursos, mediante su página web www.jotampocesticbe.cat, esta campaña busca animar a la gente a pedir ayuda, y lo hace dejando constancia de varios testimonios que relatan en primera persona los trastornos mentales que han padecido. "Hay un tabú enorme alrededor de las problemáticas de salud mental, y la gente que se está empezando a encontrar mal, al contrario que con la salud física, no pide ayuda, y la campaña está hecha para eso, para hacer saber que no hay nada de lo que avergonzarse, que es algo natural y lo mejor que podemos hacer es pedirla: desde hablando con una persona próxima hasta acudiendo a un profesional", señala Juncosa. 

Uno de los testimonios de la campaña es Hug Roger, un camarero de 39 años que en el vídeo donde se recoge su testimonio, relata sus entradas y salidas del hospital y sus ideas de autolesionarse. En conversación con este medio, Hug explica que ha decidido colaborar explicando su historia porque es importante hacer saber a quien se siente mal que no está solo. “Si lo cuentas la gente tiene referentes, se da cuenta de que es algo que le puede pasar a todo el mundo y se siente menos sola. Lo más importante es que vean que hay más personas en su situación y que hay gente que ha salido de ello”, afirma. 

Hug Roger, uno de los testimonios de la campaña 'Jo tampoc estic bé', con quién ha conversado Metrópoli Abierta/ OBERTAMENT



En su caso, señala que la pandemia no le ha afectado especialmente a nivel emocional, porque con su recorrido ha ido adquiriendo herramientas para saber cómo afrontar circunstancias complicadas. Pero hay quien sí ha sufrido consecuencias emocionales a raíz de la crisis sanitaria.  

NUEVOS RECURSOS

Aunque aún no se ha realizado una diagnosis profunda del estado de salud mental de los barceloneses desde el inicio de la pandemia, todo parece apuntar que ha empeorado. No en vano el consistorio ha incrementado los recursos disponibles para la ciudadanía en este ámbito, creando un teléfono 24 horas para prevenir el suicidio, llamando a ancianos para saber cómo se encuentran o organizando grupos de duelo para familiares de fallecidos por covid, entre otras medidas.

Imagen del Servicio de Teleasistencia Municipal / AY. DE BCN



AUMENTO DE TRASTORNOS

Para hacerse una idea de la dimensión del problema, los datos de las encuestas realizadas por la Oficina Municipal de Dades —publicadas en agosto de 2020—, indican que la mitad de la población barcelonesa ha sentido el confinamiento como algo muy o bastante duro. Algo que encaja con las cifras que se observan a nivel estatal. Según un estudio Europeo impulsado por la Fundación AXA en España y publicado en octubre de 2020, un 14% de los españoles reconoce que ha tenido que recurrir a ayuda profesional para enfrentarse a situaciones de dificultad emocional durante el periodo de pandemia, la tasa más alta de toda Europa. Según el mismo estudio, los españoles son los europeos que más problemas tienen de salud mental a causa de la pandemia, y un 34% de los españoles reconoce sentirse mal o muy mal, la mayor tasa de la muestra internacional.

MENOR ATENCIÓN

Eduard Vieta, jefe de psiquiatría y psicología del Hospital Clínic y director científico del CIBERSAM, el centro estatal de investigación en salud mental, valora la situación en conversación con este medio. Como ha ocurrido también en otras especialidades, según apunta el Dr. Vieta, durante la primera ola del covid con el colapso de los hospitales, los pacientes dejaron de acudir a las consultas de psiquiatría porque tenían miedo de infectarse. “Tanto la pandemia como el confinamiento y las restricciones han tenido un impacto en la salud mental y han generado psicopatologías: gente con problemas de sueño, ansiedad, etc. Hay gente a la que le costó mucho el confinamiento más estricto, como a los niños con autismo o hiperactivos. También a los adultos con trastorno obsesivo, por ejemplo, que si antes ya dedicaban tres horas al día a limpiarse las manos pasaron a dedicar seis”, señala.

Fachada del Clínic, uno de los hospitales de Barcelona que ha implorado "sacrificios" para frenar una tercera ola letal / EUROPA PRESS



Después del confinamiento, los hospitales empezaron a derivar a la gente a la atención primaria, y esta empezó también a colapsarse porque no podía absorber a tanta gente. “La derivación de la primaria a la salud mental no funcionaba porque también estaban colapsados con el covid. Las restricciones de libertad, no poder ver a las personas queridas o el miedo, ha generado sufrimiento psicológico, pero esa demanda no ha llegado a los centros de salud mental. Por lo tanto, ha habido más gente mal y menos gente atendida”, lamenta.

Efectivamente, el covid paró la atención a la salud mental. Según una encuesta realizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 130 países, un 60% de los Estados consultados ha tenido que interrumpir, en mayor o menor medida, los servicios de psicoterapia.

Cartel publicitario de la campaña 'Jo tampoc estic bé', en una parada de metro de Barcelona/ E.G.



CUADROS MÁS GRAVES

Sin embargo, el Dr. Vieta apunta que en los últimos tiempos la gente está asumiendo que necesita ayuda. “Llegan apurados, llegan peor, pero llegan”, asegura. Aún así, considera que la atención que se les ofrece no es la ideal: “los intentos de suicidio bajaron al principio y ahora están aumentando. Tenemos indicadores que nos dicen que la población está peor que antes, con cuadros quizás no graves, pero sí leves o moderados: ansiedad, depresión, estrés postraumático… y la atención no es la suficiente porque los recursos que tenemos no están dimensionados para la cantidad de demanda”, explica el doctor a Metrópoli Abierta.

SANITARIOS

En ese sentido, Vieta opina que el sistema sanitario se sostenía por un hilo, y la crisis actual ha hecho que se rompa. Una circunstancia, que ha pasado factura a los propios profesionales sanitarios, que también han visto su salud psíquica afectada. Casi la mitad de los sanitarios del Estado ha presentado un riesgo alto de trastorno mental durante la primera ola del covid-19, según un estudio liderado por el Hospital del Mar y el CIBER. 

Profesionales sanitarios trabajan en una de las UCI del Hospital Clínic de Barcelona para pacientes covid / EFE



Profesionales sanitarios trabajan en una de las UCI del Hospital Clínic de Barcelona para pacientes covid / EFE

“Estar en la primera línea de fuego afecta a la salud mental. El estrés postraumático se describió por primera vez durante la Primera Guerra Mundial, porque se detectó que estar en la primera línea afecta mucho, y ya en la Segunda Guerra Mundial se empezaron a hacer turnos. En primera línea solo puedes estar unas horas o un día, porque sino te acaba machacando. Estar cada día con gente muriéndose delante de ti es muy difícil de aguantar y a muchos sanitarios se les ha estado pidiendo un esfuerzo de casi 24 horas al día”, explica el jefe de psiquiatría y psicología del Clínic.

“En Sant Pau las bajas médicas [de profesionales sanitarios] se han incrementado hasta un 60% respecto a las mismas fechas del año pasado”, explicaba hace unos meses a este medio una fuente sindical de CGT del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau. La misma fuente señalaba que tras reunirse con compañeros de otros hospitales de Barcelona, le constaba que la situación en otros centros era similar.

Una enfermera hace una prueba serológica para detectar el coronavirus / EFE - FERNANDO VILLAR



Una auxiliar de enfermería del Hospital del Mar que prefiere mantener el anonimato y con quién ha hablado Metrópoli Abierta, relata la angustia con que vivió los primeros meses de pandemia. “Había inseguridad con todo y no sabíamos cómo actuar. Cada día te decían una cosa diferente. Hoy una mascarilla, mañana dos, ahora EPIS de plástico, etc. A mi toda esa incerteza me generaba ansiedad y no dormía por las noches, hasta que un día me dio un brote que no podía respirar y tuve que llamar al 061. Todo era covid. Salía del hospital y me ponía la tele y hablaban del covid. Me iba a comprar y covid. Hablaba con alguien y covid. Me agobié tanto que tenía miedo hasta de salir a la calle y lloraba por todo”, recuerda. 

COLECTIVOS MÁS AFECTADOS

Pero más allá de los sanitarios, hay otros colectivos que también han padecido más las consecuencias psicológicas de la crisis sanitaria. El Dr. Vieta sostiene que los jóvenes son unos de los más afectados. Un ejemplo de ello es Anna Gonzalez, estudiante de segundo del Grado en Filosofía de la Universitat de Barcelona (UB). Desde que se decretó el confinamiento no ha vuelto a tener clase presencial, y hace solo unos días sufrió un ataque de ansiedad cuando se disponía a realizar un examen.

Anna González, alumna del Grado en Filosofía de la UB, en una de sus clases virtuales en 2020/ E.G



Anna González, alumna del Grado en Filosofía de la UB, en una de sus clases virtuales en 2020/ E.G

"Tenía un examen online que no pude hacer porque cuando iba a empezar me agobié mucho y no fui capaz. No podía parar de llorar y me costaba respirar y así no había manera de hacer nada. No sé si la causa es la pandemia, pero creo que no ayuda. Al haber hecho las clases online, que consistían en un vídeo, sentía que no estaba suficientemente preparada para la prueba", explica a este medio. 

Sin embargo, el Dr. Vieta también puntualiza que hay otros grupos menos visibles que también han sufrido mucho en silencio, como los ancianos que viven en residencias. Asimismo, destaca el tormento de las mujeres víctimas de violencia machista y el de otros colectivos como las personas con autismo. Aún así, recalca que todo el mundo ha sufrido, aunque cada cual lo manifiesta de forma distinta.

Una residencia de ancianos durante la pandemia del Covid-19 / EFE



TRASTORNOS MÁS FRECUENTES

En cuanto a los trastornos que se están dando con más frecuencia, el especialista en salud mental del Clínic explica que los que más aumentan son los más comunes. “La mayoría de la gente tiene predisposición a cosas no tan graves pero muy comunes: los trastornos del sueño, la ansiedad o la afectación del estado de ánimo han aumentado. Después también tenemos estrés postraumático o duelo patológico, y también han empeorado mucho los trastornos alimentarios, sobre todo en chicas jóvenes”. 

SECUELAS

Preguntado por cómo afectará a la población todo lo vivido durante estos meses de cara al futuro, el jefe de psiquiatría y psicología habla de varios perfiles de personas. “Habrá una serie de gente que se recuperará perfectamente sin secuelas, que es lo que será más general. Algo así deja marca, pero igual que otras generaciones han vivido guerras, esto será una experiencia más o menos dura, pero que pasará a formar parte de su biografía”.

Por otro lado, habla de otro colectivo que padecerá secuelas psicológicas, como por ejemplo algunos sanitarios o personas que lo han pasado muy mal. Y por último, se refiere a un grupo de gente más reducido, que sufrirá consecuencias psicológicas derivadas de haber padecido el covid: “Hay gente que lo ha pasado y no se ha recuperado al 100%, que puede tener una afectación en el sistema nervioso que incluye dificultad de concentración, dolor de cabeza persistente, fatiga, cansancio o un cierto tono bajo de ánimo. Y este colectivo, aunque no es el más grande, necesitará ayuda desde el punto de vista de la salud mental”, sostiene.

El director de Obertament, por su parte, tiene claro que más allás de las consecuencias física, sociales y económicas que comportará la pandemia, traerá consigo una ola de consecuencias en salud mental.  

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