“Si no se puede quemar, un diario no vale nada”. Santi Giménez (Barcelona, 31 de octubre de 1968), delegado del diario AS en Cataluña y periodista de raza, aborda la crisis del periodismo escrito con muchas más dosis de humor e ironía que de crueldad en Hombres de papel (Editorial Catedral), una novela ambientada en la decadente Benidorm en la que comparten aventuras tres personajes excéntricos que buscan venganza contra el magnate que arruinó sus carreras.

Hombres de papel es una novela que atrapa desde la primera frase: “¿Qué coño hacemos en Benidorm?” En la misma divagan los tres protagonistas y otros personajes extravagantes, alcohólicos y golfos a partes iguales, que reviven su pasado más lustroso y algún que otro capítulo escatológico memorable. Giménez niega que Azco, Spock y Collins se correspondan con periodistas reales, pero muchas frases las escuchó de Miguel Rico y Lu Martín, sus grandes referentes periodísticos, con Alfredo Relaño y Fernando Borderías.

EL PERIODISMO DE LOS AÑOS 20

“Es una novela que tenía en mente desde 2016 pero que activé en 2020. Sin Juegos Olímpicos ni Eurocopa y con dos meses de vacaciones porque me debían uno, pensé que tendría mucho tiempo para escribir Hombres de papel. Pero llegó el 2-8 de Lisboa, el Barçagate, el burofax, la moción de censura y las elecciones a la presidencia del club”, desliza Giménez, a quien no le quedó más remedio que ponerse a escribir a altas horas de la noche. Posiblemente con una botella de whisky al lado. “Y con un vaso bajo, sin hielo y últimamente con raciones dobles”, bromea.

Santi Giménez, autor de "Hombres de papel" posa en Pau Claris / PABLO MIRANZO



Giménez, de joven, soñó con ser periodista, atrapado por el periodismo de los años 20 del siglo pasado. Aquel era un periodismo de autor, reposado, con mucha profundidad y, por supuesto, alcohol, puros y algún vicio más. El actual, sobre todo el escrito, es otra cosa: más inmediatez y menos reflexión. “El periodismo de papel prácticamente ha desaparecido o, al menos, el periodismo de whisky, tabaco y grandes tertulias en las redacciones. Con el teletrabajo y las reuniones online, las redacciones han muerto, pero no está todo perdido: los vinilos también han vuelto. No queda otra que reinventarnos”, remarca el periodista barcelonés, de 52 años.

EL DESORDEN DE LAS WEBS

El autor de Hombres de papel comenzó en el Diari de Barcelona. Sus inicios, curiosamente, coincidieron con la etapa final del histórico Brusi. En la redacción de la calle Tamarit aprendió mucho, muchísimo más que en sus cinco años en la facultad de periodismo, donde se hacía más vida en el bar que en las aulas. ¿Y qué recuerda de aquella etapa? Los primeros compañeros y, sobre todo, “el carrito del bar de abajo que subía cada día a las 19:00 horas con botellas de whisky y ginebra”. “Y claro, con 21 años, yo tenía que integrarme a la redacción”, destaca Giménez. También rememora que en las máquinas del diario solo había cervezas y que la gente gritaba en la redacción cuando jugaba el Barça. Hoy los partidos se siguen con auriculares y con una botella de agua o una Coca-Cola.

Giménez recuerda que los diarios eran “el único elemento de orden para mucha gente, con sus secciones (Internacional, Nacional, Economía, Deportes….) habituales”. En internet, en cambio, “falta orden porque todo está mezclado”, sostiene Giménez. “Te encuentras una noticia política de gran calado y al lado el último modelo de la Pedroche o las tetas de la novia del lateral del Murcia”, añade Santi, quien remarca que él tuvo la suerte, al menos, de vivir la “etapa final de la edad de oro del periodismo”.

HOMENAJE A ZUERAS

“El periodismo es más un oficio que una carrera”, reivindica Giménez, quien niega que todo sea malo en el periodismo escrito actual. “Ahora hay cosas buenas como la inmediatez y los recursos técnicos”, dice el autor, algo más crítico con las nuevas generaciones de periodistas. “Echo en falta la relación de los periodistas con las fuentes. Antes podías llamar a los futbolistas y a los presidentes a sus casas. Ahora no. Los jóvenes encuentran muchas cosas por internet, pero apenas levantan el teléfono. Se ha perdido la crónica urbana”, reflexiona el autor.

Portada del libro "Hombres de papel" de la editorial Catedral / PABLO MIRANZO



Hombres de papel también es un homenaje a Fernando Zueras, histórico fotógrafo durante muchos años del diario Sport y después del diario AS, que falleció en 2019 tras una larga enfermedad. “Era mayor que yo y fue mi nexo de unión con periodistas más veteranos como Ángel Cabeza, Guillermo Sánchez y Enrique Ortego. Era golfo, generoso y sabía moverse. El mejor compañero de viaje”, desliza Giménez, orgulloso de haber conocido las redacciones con máquinas de escribir y fotolitos

FRACASADOS Y BURDELES

Giménez habla del viejo y del nuevo periodismo, pero Hombres de papel es mucho más. Es una novela que se lee deprisa, sin pausa alguna, con entrenadores fracasados, magnates corruptos y burdeles que alcanza su clímax en un Benidorm “cutre y hortera, pasado de moda y decadente, acabado como el mismo periodismo” que un día visualizó Giménez. Porque Benidorm también tuvo sus años de gloria, como la vieja guardia del periodismo, esa que fascinó a Santi Giménez y a miles de periodistas que hoy sobreviven con internet y las redes sociales, aunque ellos serán siempre hombres de papel.

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