Murciélagos vigilantes en la Casa Closas

Sus fieras siluetas se dibujan a contraluz, en lo alto del número 25 de la calle del Doctor Ibáñez, en Les Corts. De lejos parecen dos fieros dragones montando guardia, pero de cerca no engañan a nadie: sus bocas entreabiertas dejan ver sus afilados dientes y sus alas medio desplegadas muestran las membranas entre los huesos: son dos magníficos y enormes ejemplares de murciélago, realizados en hierro y preparados para entrar en acción, en cualquier momento, porque cumplen una función práctica más allá de la estética. En realidad, están pensadas como poleas o grúas para subir muebles.

Por supuesto, también son un reclamo para la vista en esta casa de estilo modernista y de autor desconocido. El gancho perfecto para detenerse frente a la fachada y dejar pasar el tiempo perdiéndose en los detalles de esta casa que tiene nombre propio: Casa Closas. No, no es que este edificio residencial de planta baja y dos pisos, construido entre medianeras, sea espectacular, aunque sí discretamente llamativo. Los dinteles de sus ventanas francesas (o là là) están decorados con relieves vegetales, como la cornisa. En la parte superior de la fachada se dibujan tres arcos y un ojo central redondo.

FALSOS SILLARES

La fachada está decorada con falsos sillares, pero vale la pena recrearse en el trabajo de forja de las puertas y las barandillas de los balcones, realizado, según los datos consultados, por el taller un cerrajero vecino de la casa que era pariente del propietario (todo queda en casa)

Lástima, me quedo con las ganas de ver el interior. Dicen que el vestíbulo es pequeño, pero que está decorado con esgrafiados florales sobre fondo verde, cenefas y barandillas con motivos florales sobre fondo granate.

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