En el número 102 de la Rambla de Catalunya, una bella dama blanca con vestido de corte heleno, ataviada con corona y con las trenzas al viento, observa el ir y venir de la gente desde el dintel de la puerta de entrada al edificio. Lo hace en actitud desenfadada y con una sonrisilla en los labios que le da cierta calidez a la fría piedra en la que está esculpida. Es regia y pomposa, acorde con el resto de la decoración de este edificio modernista, que curiosamente tiene un hermano gemelo en Pau Clarís con Diputació. Son las casas de la familia Torras, del maestro de obras José Torras Espigulé.

La primera, que es la que nos ocupa, fue construida en 1887, en el que entonces era el límite de Gràcia (villa independiente) y Barcelona. Su promotora fue Mercedes Torras i Mustarós, que ordenó construir, al mismo tiempo, un paso adoquinado y un puente para poder cruzar la calle Provença –de una acera a la otra– y pasar así de Gràcia a Barcelona salvando la riera. En este edificio, en el piso principal vivía la familia Torras. 

El padre de Mercedes, Juan Torras i Espigulé, tuvo una gran visión de negocio al decidir la compra de los terrenos y lanzarse a edificar. El otro edificio, el de Pau Clarís, proyectado también por José Torras Espigulé (tío de la propietaria), se construyó para destinarla a alquileres. Posiblemente por este motivo, la finca de Rambla de Catalunya es mucho más rica en detalles, de mayor calidad y de aspecto más señorial, con entrada de doble altura y tribunas. Las torres que coronan el edificio y decoran la corona del busto, al parecer, son una alusión al escudo y el apellido de la familia y las iniciales de la propietaria, M y T, con formas florales en el aro de la puerta.

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