¿Sois de los que subís al Tibidabo para disfrutar de las vistas? Pues abrid bien los ojos porque la “Montaña mágica” guarda más de un tesoro. Vámonos hasta casi la cima, en la carretera de Vallvidriera al Tibidabo 102, la Casa Cruïlles, también conocida como Torre Cruïlles… O el Roserar. Fue proyectada por Josep Puig i Cadafalch, el año 1908, por encargo de Mercè Pastor de Cruïlles, marquesa de Castell de Torrent y baronesa de Cruïlles. Para su ejecución, el genial arquitecto modernista se inspiró en los palacios catalanes del siglo XV y XVI.
El resultado fue una pequeña (depende de los ojos que la miren, claro) villa-estudio con un cuerpo rectangular y una torre esquinada, ambos cubiertos por dos enormes tejados voladizos, la única concesión ornamental de la casa. Estos elementos, con su gran altura contribuyen a incrementar también la del taller, la estancia más importante, pues abarca más del 50% de la superficie habitable.
ESTRUCTURA
En el interior, se estructura en tres volúmenes independientes: la cocina, la tribuna y el cuerpo central, este último formado por el taller, el dormitorio y el baño.
Una escalera interior separa el taller de la parte de la casa destinadas a servicios.
En el exterior destaca una tribuna octogonal, que se integra en una esquina de la casa conservando sus cualidades geométricas.
CENTRO DE ESPIRITUALIDAD
Para su construcción, Puig i Cadafalch utilizó pequeños sillares de piedra gris y, como marca de la casa, en algunos tramos, los colocó en espina de pescado, una técnica utilizada en la época prerrománica y que el arquitecto conocía muy bien.
La casa fue adquirida por el templo del Tibidabo en 1961 y convertida en un centro de espiritualidad Mater Salvatoris donde se construyeron tres capillas, un auditorio y una sala de reuniones. Desde 2004 funciona también como residencia de la tercera edad.
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