Podría ser perfectamente la casa de un cuento infantil, de esos con fantásticas ilustraciones a todo color. Esta particular joya arquitectónica de estilo modernista impacta por la potencia de sus esgrafiados, de un vivo color magenta, que trepan por la fachada verde pálido.

Allí de pie, frente al número 75 de la calle de Pàdua, uno se queda embobado ante un elaborado revestimiento, que evoca un romántico jardín vertical de enredaderas en flor. Sobre el portón, preside el primer piso una tribuna de madera de cristales emplomados con detalles florales en naranja y amarillo con tallos verdes y aguamarina.

SEDE DE UNA FÁBRICA DE ESENCIAS

A ambos lados de la puerta principal, las ventanas de la planta baja y el primer piso están unidas por las molduras, y las de la planta baja, cerradas con rejas de hierro forjado. En el piso superior, destacan tres ventanas de perfil sinuoso y una cornisa curvada. Cuentan que la casa guardaba originalmente en su interior un jardín con estanque.

Esta antigua residencia modernista se acabó de construir en 1903. Es obra de Jeroni F. Granell Manresa, pero ¿para quién la construyó? Obviamente para alguna familia burguesa, aunque sigue siendo una pregunta por responder. Lo que sí está documentado es que, hasta mediados de los años 70 del siglo pasado, esta casa del barrio de El Putxet i el Farró fue la sede de la fábrica de Esencias Buil SAun laboratorio de perfumes, propiedad de José Buil.

PREMIO A LA MEJOR REHABILITACIÓN

Tras años de abandono, en 1989, los arquitectos Lluís Alonso Calleja y Sergi Balaguer Barbadillo se encargaron de restaurarla. La casa se convirtió de nuevo en vivienda y recuperó los colores vivos de su fachada y una parte del jardín, mientras que el interior se renovó totalmente debido al mal estado en que se encontraba el original. Tres años más tarde, en 1992, la casa ganó el premio a la mejor obra de rehabilitación.

 

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