La torre de los Marqueses de Julià, al servicio de la educación
Fue concebida como residencia de veraneo en 1895, pero, desde 1930, la historia de esta casa ha estado vinculada a la enseñanza
2 febrero, 2022 00:00Noticias relacionadas
En 1895, Camil Julià Vilasendra y su mujer, Josefa Vilar, se hicieron construir una magnífica residencia de veraneo en Sant Gervasi, una auténtica casa señorial de estilo ecléctico romántico de finales del siglo XIX. Él era un ingeniero barcelonés distinguido con el título pontificio de Marqués de Julià por el papa Lleó XIII, en 1901. Ella, hija de un matrimonio de indianos que habían hecho una gran fortuna en Cuba.
A la casa de los Julià, todo un alarde de poderío burgués, se accede hoy por la calle de Balmes, que en aquella época no era más que un amplio camino que bordeaba la riera de Sant Gervasi. Cuentan que estaba rodeada de una enorme finca con jardines, magnolias, palmeras y una zona, a la sombra de los plátanos, que llegaba hasta la calle de Sant Guillem.
DE CASA BURGUESA A ESCUELA PÚBLICA
Actualmente, el edificio original está integrado en las instalaciones de la escuela pública Poeta Foix. Pero ¿cómo llegó una casa burguesa a convertirse en un colegio? En 1930, un año después de morir Josefa Vilar, un grupo de intelectuales progresistas la alquilaron para abrir la escuela Pedagogium, que aplicaba sistemas educativos muy avanzados para la época (Motessori, Decroly, educación mixta…). En los años 40, se convirtió en el Grupo Escolar República Argentina, que seguía los criterios educativos de los vencedores. Décadas después, en 1976, los propietarios intentaron derribar la casa para hacer pisos, pero la lucha vecinal ganó la partida y la casa siguió como escuela. Hasta que, en 1989, tras la ampliación moderna del se fusionó con otras escuelas del barrio. Y en 1999, pasó a llamarse Poeta Foix.
El edificio central, original de finales del XIX, llama la atención por su fachada, decorada con elementos de estilo clásico e historicista, donde destaca especialmente un torreón coronado por una galería de arcos de medio punto a los cuatro vientos y una azotea abierta en la parte superior.
ROMANCES BURGUESES
¡Ay, cuántas historias podría contar esa torre! La escritora y cronista de El Putxet i el Farró Elvira Farreras i Valentí explicaba en su libro El Putxet: Memòries d'un paradís perdut, que la marquesa de Julià subía muchas tardes en su coche de caballos desde Barcelona para pasear por el jardín delantero de la casa, donde se sentaba a rezar. Uno de sus hijos aprovechaba para entrar por la puerta trasera con su amiga, una marquesa a la que su marido le ponía los cuernos (y ella a él). Mientras la madre pasaba el rosario, ellos pasaban... El rato.
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