En la calle de Corint, al final de la escalera que sube desde Balmes, frente a la parada del Putxet de los Ferrocarriles de la Generalitat, resuena desde 1956 el eco del tambor de una leyenda protagonizada por el Timbaler del Bruc. Serio y concentrado, con la cabeza alta y la mirada al frente, emboscado entre los árboles, repiquetea enérgico e incansable sobre su tambor, el arma secreta de una victoria: el fin del mito de la imbatibilidad de Napoleón y el principio de una leyenda que vio nacer a un héroe.

El 9 de febrero de 1808, el general del ejército napoleónico Philippe Guillaume Duhesme, entraba en Cataluña por la Jonquera y llegaba a Barcelona a mitad de mes, haciéndose con el gobierno de Cataluña. Lejos de rendirse, la resistencia catalana siguió en la brecha mientras el nuevo régimen intentaba doblegar el territorio.

BATALLAS DEL BRUC

El 6 de julio de 1808 se produjo la primera batalla del Bruc. Dos días antes, una columna francesa, dirigida por el general Schwartz, salió de Barcelona en dirección a Lleida y Zaragoza, con la orden de castigar a Manresa e Igualada. Unos 3.800 hombres formaban los efectivos franceses que se enfrentaron a un ejército español de 2.000 soldados, entre profesionales suizos y voluntarios de los somatents catalanes de Manresa, Igualada, Tàrrega... El ejército francés cayó en una emboscada y 300 de sus hombres murieron.

La segunda batalla del Bruc se produjo el 14 de junio. La artillería española ganó, pese a la superioridad de las fuerzas francesas, que perdieron 100 hombres más. Así caía el mito del Napoleón invencible y Cataluña ganaba un héroe, el Timbaler del Bruc.

En 1809 el historiador Cabanes escribía sobre un muchacho de Santpedor, erigido en general en jefe y más tarde identificado como Isidre Lluçà i Casanoves –descartado con los años–, que iba a las batallas armado con un tambor. Según la leyenda, la reverberación del redoble de tambor al chocar con las paredes de Montserrat hizo creer a los franceses que el número de soldados catalanes era muy superior. La clave de la victoria del Bruc.

REPLICA DE BRONCE

El Timbaler del Bruc, que protege el barrio del Putxet desde su pedestal fue proyectada por Frederic Marès en 1952 y es una reproducción en bronce, de la estatua original de piedra, situada en el Bruc. Un héroe de tal calibre no podía caer en el olvido, así que en Barcelona se le recuerda doblemente con otra réplica, en el patio del castillo de Montjuïc.

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