En la isla delimitada por las calles de Panamà, Abadesa Olzet, Buxó i Miret i Sans, se alza una gran torre modernista. "Vil·la Hèlius” anuncia en letras azules, junto a la puerta principal de forja, un colorido plafón con teselas de cerámica y motivos florales. Tras ella laten más de 150 años de historia.
Fue diseñada como residencia unifamiliar en 1866 por el arquitecto Antoni Rovira i Trias, y totalmente reformada entre 1906 y 1908 por Manuel Joaquim Raspall i Mayol, a petición de Francesc Granés, su propietario. Sin embargo, es más conocida por su propietario de ficción, Pedro Vidal, el personaje de El juego del ángel, la novela de Ruiz Zafón.
ESCENARIO DE LA FICCIÓN DE RUIZ ZAFÓN
“La casa había sido un obsequio que su padre le había hecho diez años antes con la esperanza de que sentase la cabeza y formase una familia, empresa en la que Vidal llevaba ya varios lustros de retraso”. ¿Os suena? Pues bien, ese casoplón es real, está en Pedralbes, en el cruce de las calles Abadesa Olzet con Panamà. Es un casoplón de tres plantas, con cubierta a dos aguas. En el lateral este, adosada al cuerpo central, destaca un torreón cuadrangular de cuatro pisos de altura rematada también con un tejado a dos vertientes y con aleros ondulados.
Pese a las reformas, conserva la distribución de los espacios interiores, aunque su mayor interés radica en sus elementos decorativos, que llevan el sello del Raspall más modernista, creativo, entregado al decorativismo y la policromía. La fachada posterior, orientada a mediodía, se organiza en torno a la tribuna central de la planta baja.
Los trabajos de forja, con sus formas onduladas tienen un papel protagonista en las barandillas de las terrazas anteriores y posteriores, así como en los balcones, las ventanas y las rejas del jardín. Hay apliques de cerámica de color con motivos vegetales en las ventanas, las cornisas e incluso en los pilares de la cerca que rodean la casa.
"LA CASA PARA EL PAVO REAL"
Los dinteles de las ventanas de la primera planta también están cubiertos con apliques de obra decorados con motivos que parecen esgrafiados. Y los tejados están cubiertos con escamas de cerámica vidriada de diferentes colores, que dibujan formas geométricas.
En 1917, Ramon Puig Giralt diseñó un proyecto para la torre: “la casa para el pavo real”, llamada sí por el ave que debía adornar la fachada en la parte superior, por debajo del tejado a dos aguas. No, no perdáis el tiempo buscándolo, ese pabellón, o bien no existió nunca, o bien desapareció con los años. Lo que no han desaparecido son las vistas, desde la esquina de la calle Panamà, se extiende bajo los pies… Un pedacito de Barcelona, con la Torre de Comunicaciones de Calatrava señalando Montjuïc como una chincheta en un mapa.
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