El Ayuntamiento de Barcelona ha roto las relaciones con el consulado de Rusia, para mostrar su claro rechazo a la guerra en Ucrania, iniciada por el presidente Putin. Y con ello también deja de lado el proyecto del museo del Hermitage, a pesar de que se mantenían relaciones con los promotores con la posibilidad de modificar el proyecto inicial. Fuentes municipales señalan que “no tiene mucho sentido” mantener esos contactos, tras el comportamiento del gobierno ruso del presidente Putin, porque el museo del Hermitage, además, está muy ligado a esa presidencia.
La red de museos estatales de Rusia forma parte de las ‘estructuras de estado’ que mima el gobierno de Putin. El director del Hermitage en San Petersburgo, Mikhail Piotrovski, es un hombre de estrecha confianza del presidente ruso, desde los tiempos en los que Putin inició su carrera política, en la ciudad de los zares. Piotrovski, que apostó de forma personal por Barcelona para albergar un museo con los fondos de San Petersburgo, encabezó las listas electorales de Rusia Unida, el partido de Putin en las elecciones parlamentarias de septiembre del pasado año.
LOS ESFUERZOS SOCIALISTAS
El consistorio ve ahora descartado el proyecto. Los comunes ya no habían zanjado, pero los concejales socialistas en el gobierno de Ada Colau mantenían la posibilidad de rehacer el proyecto inicial, en colaboración con el Puerto de Barcelona, que firmó un acuerdo con los promotores para iniciar la construcción del museo en la nueva bocana. El concejal de Cultura, Xavier Marcé, condicionaba la recuperación del proyecto a una nueva situación política en el Ayuntamiento, tras las próximas elecciones municipales en 2023. En un debate en el Círculo del Liceu lo señalaba, sin eludir las críticas al modo en el que han conducido las negociaciones los promotores del Hermitage.
Ahora queda, sin embargo, la cuestión judicial. El Ayuntamiento presentó un recurso contencioso administrativo contra el Puerto de Barcelona, que fue admitido por el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya (TSJC), por haber otorgado la concesión a los promotores del Hermitage. En el escrito el gobierno de Colau señala que la decisión de la autoridad portuaria “perjudica los derechos e intereses” del municipio y defiende la potestad de la administración local, según lo que dispone el Plan Especial de la Nueva Bocana, para autorizar el proyecto a través de un convenio.
Y los promotores, por su parte, presentaron un recurso contencioso administrativo contra el Ayuntamiento para defender, precisamente, la concesión que les otorgó el Puerto de Barcelona en la primavera de 2021 para construir el equipamiento junto a la nueva bocana. Era la forma de responder de Hermitage Barcelona, una empresa formada en un 80% por el fondo suizo-luxemburgués Varia Europe y en un 20% por Cultural Development Barcelona.
DEPENDENCIA DIRECTA DE PUTIN
En el debate en el Círculo del Liceu uno de los argumentos de los promotores, representado por Albert Pinadell, fue, precisamente, el de constatar que el director del Hermitage de San Petersburgo, Mikhail Piotrovski, dependía, directamente, del gobierno de la República de Rusia, que preside Vladimir Putin. Ese posible valor es ahora un enorme problema tras la invasión de Rusia en Ucrania y el conflicto bélico que se ha desencadenado.
El proyecto del Hermitage se acercó a la ciudad de Málaga, como posible alternativa, ante el regocijo de la ciudad andaluza y la posibilidad de arrebatar un museo de tanta envergadura a Barcelona. Pero, ¿quién abraza ahora un museo con la impronta de Putin?
Piotrovski ha sido objeto de investigaciones, tras sospechas de que permitía a sus amigos, a lo largo de los años, aprovecharse de una empresa de transporte aéreo y de haber expuesto falsificaciones en el Hermitage. Uno de los casos afectaba a objetos de Fabergé, prestados por un coleccionista conectado con el Kremlin, según la publicación italiana Il Giornale dell’Arte.
Ahora, a la espera de cómo evolucione la vía judicial, entre el Ayuntamiento y el Puerto, y entre los promotores del proyecto y el consistorio, el Hermitage queda totalmente fuera del foco para la ciudad de Barcelona.
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