Su fachada esgrafiada se abre al paseo de Fabra i Puig y destaca entre el conjunto de edificaciones que forman un rincón auténtico y con historia. Can Basté, protegida como bien de interés cultural local en Barcelona, es actualmente un equipamiento municipal que incluye el centro cívico del barrio del Turó de la Peira, y al mismo vestigio del pasado rural de Nou Barris, una de las pocas masías que han sobrevivido en la zona.
Construida sobre los restos medievales de una torre que había sido propiedad del barón de Creixell, la masía de Can Basté ya formaba parte en el siglo XVII de la antigua aldea de Santa Eulàlia de Vilapicina, y el conjunto histórico que aún se conserva en la calle de Pere d’Artés. El nombre de la masía se debe a la familia que fue su propietaria en el siglo XVIII, que la reformó y amplió, dotándola del aspecto señorial que conserva actualmente: un vistoso edificio a los cuatro vientos, con fachada esgrafiada y un puente que la une con la iglesia de Santa Eulàlia de Vilapicina.
PROPIEDAD DE DISTINTAS FAMILIAS
A finales del siglo XVIII era conocida como Can Nadal, por su propietario entonces (Antoni Nadal). A principios del siglo XIX era propiedad de Pere Pous i Bases, y, a principios del XX, pertenecía a los Marés, dueños de Can Carabassa, en Horta. Más tarde, pasó a manos de los Fargas, de Sant Andreu de Palomar, hasta que en 1955 se trasladaron a Can Fargas y se la quedaron los Rocafort.
Finalmente, el Ayuntamiento de Barcelona la adquirió y, en 1995, se convirtió en centro cívico. Su rehabilitación empezó en 1991 y las intervenciones arqueológicas revelaron elementos medievales destacados, como cerámicas decoradas en verde y morado y un silo con boca cuadrada, planta ovoide y fondo plano delante de la masía. No se encontraron, sin embargo, restos de la vila romana situada bajo la iglesia.
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