El humanista (médico, geógrafo y astrónomo) alemán Hieronymus Münzer o Monetarius, ya que le gustaba latinizar su nombre, según costumbre de la época, recorrió los reinos peninsulares durante casi cinco meses, entre el 19 de septiembre de 1494 y el 8 de febrero de 1495. Viajaba en compañía de tres jóvenes amigos, que le servían de intérpretes, a lomos de caballos que alquilaba a los trajineros que encontraba por el camino. A él le debemos el que está considerado como el relato de viaje más interesante y minucioso realizado por la península ibérica durante la Edad Media y que lleva por título Itinerarium sive peregrinatio per Hispaniam, Franciam et Alemaniam, manuscrito escrito en latín y conservado en la Biblioteca de Múnich.

El motivo del viaje por tierras hispánicas habría que buscarlo en el interés del emperador Maximiliano por conocer las circunstancias del reciente descubrimiento de América, así como tantear la posible participación germana en la empresa de los nuevos descubrimientos. Lo cierto es que no debió obtener ningún fruto, guardando silencio en el relato de cualquier detalle al respecto. En todo caso, la relación del Itinerarium de Münzer muestra con bastante precisión múltiples detalles acerca de la vida cotidiana, de la presencia de comerciantes alemanes afincados en los lugares visitados, de los edificios y monumentos (iglesias, catedrales, monasterios, palacios, etc.) de las poblaciones descritas, de los productos agrícolas cultivados de los campos contemplados, de los tesoros y riquezas guardados en los templos reseñados, etc. Sus amplios conocimientos le permiten el análisis, las comparaciones y los comentarios apropiados de todo aquello que describe, puntualizando y valorando de forma objetiva cuanto conoce y entiende.

BARCELONA, DOS VECES MÁS GRANDE QUE NÜREMBERG

Münzer entró en la península ibérica el 19 de septiembre de 1494, procedente de Perpiñán. Después de hacer noche en Figueres, al día siguiente continuó su camino hasta Girona y, tras recorrer catorce leguas, el día 21 llegó a la que él denomina nobilísima ciudad de Barcelona (Barcinona), situada a la orilla del mar baleárico y cabeza de toda Cataluña. El viajero alemán describe las murallas que cercan la ciudad condal, así como su situación en una llanura hermosísima bañada al mediodía por el mar, y a oriente, occidente y norte rodeada por unas fértiles montañas, a manera de semicírculo.

Mapa de la ruta seguida por Hieronymus Münzer

Más adelante fija su atención en la magnífica y soberbia catedral y sede episcopal, consagrada en honor de la Santa Cruz. De forma pormenorizada detalla desde el número de sus altares, más de veinte, hasta la existencia de un huerto, en el que abundan los naranjos, limoneros y cipreses, y una biblioteca. Los tesoros de la catedral, entre los que destaca la custodia, les fueron mostrados a él y sus acompañantes, así como la cripta, situada debajo del coro, en donde reposaba el cuerpo de la mártir Santa Eulalia. La visita a la catedral termina con la subida a su torre más alta, desde la que pudo contemplar por completo la ciudad y su emplazamiento, que mereció una exclamación de júbilo: “¡Oh, qué espectáculo más admirable!”.

Según Münzer, Barcelona es dos veces más grande que Nüremberg, ciudad en la que estaba establecido desde 1484, una vez acabados sus estudios de Medicina en Pavía. Afirma que las casas de la ciudad condal estaban construidas de piedra de sillería, en su mayor parte. Al lado de la zona edificada, desde la puerta de San Antonio hasta el mar, se extendían huertos, campos y plantíos de granados, limoneros, naranjos, palmeras, pinos, viñas, etc., siendo una tierra fértil y abundante.

MANSIONES GRANDIOSAS Y SOBERBIAS

A continuación, el viajero alemán repasa algunos otros aspectos y curiosidades que le llamaron la atención de forma más pormenorizada. Empieza hablando del gobierno de la ciudad. Si bien Barcelona había crecido mucho a causa de su comercio, en los últimos cuarenta años había visto disminuir los censos reales a causa de las continuas guerras civiles. No obstante, la ciudad pudo recuperar los derechos reales que había tenido que ceder a los reyes de Aragón, cosa que le permitió vivir en un régimen de máxima libertad. Elegía a tres varones (uno del clero, otro de la nobleza y otro de la comunidad) del condado, que se reunían en la casa llamada de la Diputación para recibir los tributos. Al llegar aquí, Münzer recuerda el alzamiento popular contra las autoridades locales, que tuvo lugar cuarenta y cuatro años antes (las revueltas en apoyo al gobierno del Príncipe de Viana, que tuvieron lugar el 1460), y que obligó a los más ricos a huir de la ciudad. Desde entonces se inició el declive comercial de Barcelona, pasando a sustituirla Valencia, convertida en el verdadero emporio de España. A pesar de ello, la ciudad contaba con una lonja de mercaderes o casa de contratación, que también merece la atención de Münzer. En ella se reunían los mercaderes barceloneses dos veces al día para tratar de sus negocios.

Durante su estancia en Barcelona, el viajero alemán pudo visitar la casa del infante don Enrique, mansión grandiosa y soberbia, “como no hay otra”.  Seguidamente, su atención se centra en el monasterio de los Hermanos Menores (franciscanos), situado junto al mar. En él habitó durante algunos años el fundador de la orden, San Francisco, que hizo construir una cripta. Como curiosidad describe la existencia de una huerta, regada gracias a la extracción del agua de un pozo por una noria de cangilones movida por un asno. También le pareció admirable y estupendo el monasterio de Santo Domingo

El relato de Münzer continua con el análisis de la administración de justicia, mejorada gracias a la intervención del rey Fernando el Católico un par de años antes de su visita, entre el 1492 y 1493. La creación de ocho doctores en Derecho y un virrey para todo el condado, bien remunerados por la Diputación, permitió aumentar el número de casos resueltos, impidiendo que pudieran ser sobornados, bajo penas corporales y pecuniarias. Por otro lado, si sus sentencias eran erróneas, llevados del engaño, del favor, de la ira o del odio, podría apelarse al rey; pero si se probaba que las sentencias estaban mal dadas, entonces se absorbía al que habían condenado, y eran ellos los que pasaban a ser castigados, indemnizando de su propio peculio a aquél. Al llegar a este punto, Münzer comenta un caso reciente sobre la condena a una pareja que habían levantado falso testimonio a un hombre honrado, acusándole de marrano y al que quemaron en la hoguera. Al descubrirse la falsedad de los testigos, éstos fueron atados sobre asnos y azotados con correas, hasta morir.

ALABANZA A LAS ALCANTARILLAS DE LA CIUDAD

El Consell de Cent fue otra de los instituciones que llamaron la atención al viajero alemán. Barcelona contaba con un magnífico concejo, en el que se reunían los regidores para tratar los asuntos referentes a la ciudad. Münzer destaca la existencia allí de una biblioteca donde se conservaban unos libros, los Dietaris, donde se reflejaban anualmente todo lo que atañía a los tributos, al gobierno y aún otros muchos asuntos acaecidos en la ciudad.

Durante la estancia en Barcelona, Münzer pudo contactar con diversos compatriotas (mercaderes, frailes, etc,), que los invitaron y agasajaron, comiendo y bebiendo al uso catalán, en vajilla de oro y plata. En estos banquetes no faltaron los músicos que deleitaron los banquetes con diferentes géneros de instrumentos. Como curiosidad el viajero comenta que hubo coros y bailes de estilo morisco.

El último aspecto sobre Barcelona al que Münzer dedica algunas líneas en su relato está dedicado a las alcantarillas de la ciudad. Resalta la existencia de cañerías y canales subterráneos con agua, de manera que toda la inmundicia de las cocinas y cloacas por allí van a parar al mar. Como en otras ocasiones, aprovecha la relación del viaje para comparar esta circunstancia de Barcelona con la de otras ciudades como Nápoles, Pavía o Valencia, donde también existían alcantarillas.

El 26 de septiembre Münzer y sus amigos saldrían de Barcelona camino de Montserrat, a donde llegarían a una hora bastante avanzada. Su periplo peninsular continuaría por Valencia, Andalucía, Portugal, Galicia, Castilla, Aragón y Navarra.

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