En el número 47 de la calle de Poeta Cabanyes, camuflado entre otros edificios, se encuentra una de las construcciones posiblemente más interesantes y singulares del Poble-sec. Todo un ejemplo de modernismo declarado Bien de interés local. Hay donde lo veis, este edificio de planta baja y cinco pisos –la casa Eulàlia Tarragó–, fue proyectado por el mismísimo Domènech Estapà en 1911, aunque no se terminó hasta 1916.

Destaca en él la combinación de varios materiales en la fachada. Así, el ladrillo visto, protagonista absoluto en la planta baja, da paso al estucado liso con esgrafiados en el primer piso y en el coronamiento. La cerámica vidriada, pone el toque decorativo bajo los balcones del quinto piso, así como otros detalles repartidos por toda la fachada. El coronamiento está formado por tres arcos ciegos de ladrillo (rebajados los dos laterales y peraltado el central), que se apoyan sobre ménsulas también de ladrillo y relieves vegetales. Sobre los arcos laterales, una barandilla cierra la azotea, mientras sobre el arco central se apoya una cubierta a cuatro aguas. Un elemento de forja que recuerda a un pájaro adorna el arco central.

UN EDIFICIO CON PERSONALIDAD

Estapé reunió en esta obra una serie de elementos originales con los que le otorgó una personalidad característica y distintiva que no tienen otros edificios de la misma época. Vale la pena reparar, por ejemplo, en las cartelas de ladrillo visto que soportan el balcón del tercer piso, o el muro que hace de testero, con tejado a cuatro aguas.

Y ahora que ya hemos entrado en los detalles, os invito a mirar la foto con detenimiento. ¿No os recuerda a algún otro edificio?... ¿No? A mí tampoco hasta que no lo leí en algunos artículos y me acerqué a comprobarlo. Pero sí, recuerda a la Casa Llopis Bofill (calle València con Bailèn), obra de Antoni Gallissà de 1902.

En los bajos de la casa Eulàlia Tarragó hubo durante muchos años, una tienda emblemática hoy desaparecida, el Nido de los Retales, que se publicitaba en la radio. De hecho, posiblemente hay muchas más personas que conocen el edificio por este comercio por su autor o por el hecho de estar catalogado como bien cultural de interés local. El establecimiento vendía retales de ropa de todo tipo a buen precio y recibía clientes de diferentes lugares. Un recuerdo lejano de otros tiempos en que las mujeres cosían sus propios vestidos para ellas y para la familia.

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