Barcelona tiene muchos lugares ocultos que incluso los barceloneses y barcelonesas desconocen. La capital catalana está repleta de emplazamientos con historia de lo más curiosos y llamativos. Un recorrido por estos rincones de Barcelona, alejados de los focos, permite descubrir una ciudad fascinante y poco, muy poco conocida por muchas personas.
Metrópoli ha elaborado un recopilatorio de las principales "joyas" escondidas de la ciudad. Los siguientes espacios no suelen aparecer en las guías turísticas, por lo que es posible disfrutar de ellos sin aglomeraciones.
EL BESO DE LA MUERTE
El cementerio de Poblenou tiene uno de los tesoros menos conocidos de Barcelona. Oculta entre lápidas y silenciosas calles se encuentra una escultura de lo más peculiar. En ella, un hombre recibe el beso de un esqueleto alado que representa al ángel de la muerte.
La visión de la escena es tremendamente hipnótica, más cuando se repara en la expresión calmada y dulce del hombre que acoge su destino sin el menor sufrimiento. La escultura es obra de Jaume Barca y, sin duda, tiene que estar en cualquiera de las rutas ocultas por Barcelona.
CALLE DE PETRITXOL
La calle de Petritxol del casco histórico de la ciudad se escapa de muchas rutas, pero quienes la descubren, terminan pasando horas en ella. ¿El motivo? El olor a chocolate.
Aquí es donde se encuentran las chocolaterías más antiguas y emblemáticas. Por lo tanto, es importante ir con un poco de hambre para disfrutar de sus meriendas y desayunos, así como de los productos que se pueden comprar.
REFUGIOS ANTIAÉREOS
Pocos habitantes de Barcelona y aún menos visitantes saben que andan sobre túneles que fueron refugios durante la Guerra Civil. Lo más espectacular de todo es que muchos de estos se encuentran conservados tal y como estaban en los años 30.
Entrar en ellos es como retroceder casi un siglo en el tiempo. Uno de los más cuidados es el de la Plaça del Diamant, aunque existen otros muchos repartidos por los barrios más céntricos.
Como curiosidad, a estos refugios se accedía desde entradas en la calle, aunque los edificios de las clases altas tenían acceso directo. Esto puede comprobarse en La Pedrera, bloque que tenía su propia entrada a los refugios.
CLAUSTRO DE SANTA ANNA
La iglesia de Santa Anna pasa inmerecidamente desapercibida para los ojos del turista medio. También para los del barcelonés que no conoce mucho su ciudad. Enclavada entre Las Ramblas y templos del consumo como el Hard Rock Café, esta parroquia tiene algún secreto increíble.
Su interior, de por sí, es una joya de riqueza que contrasta con la fachada sencilla y austera. No obstante, lo que hace que sea un lugar de gran interés es su claustro. La iglesia lleva abierta desde el siglo XII, aunque su claustro de estilo gótico y romántico es muy posterior. La tranquilidad que se respira en su interior y los detalles de sus columnas son algo que no hay que perderse.
EL JARDÍN DE TAMARITA
La capital catalana es una ciudad de aglomeraciones, bulliciosa y en la que parece complicado encontrar remansos de paz. Sin embargo, basta con mirar con un poco de atención para encontrar lugares secretos de Barcelona que sirven para aislarse.
Uno de ellos es el jardín de Tamarita que muy pocos conocen. Fue propiedad de la familia Craywinckel hasta que se restauró en 1993 y fue abierto al público. Se ubica en el paseo de Sant Gervasi y su biodiversidad y las influencias modernistas lo convierten en un sitio único.