Hubo un tiempo, a principios del siglo XX, en que en la zona situada al límite del barrio del Clot llegaron a funcionar a pleno rendimiento hasta 20 harineras, entre ellas La Farinera. El edificio actual del centro, que se alza en el número 873 de la Gran Via, es el único superviviente de las tres naves dispuestas en forma de U que acogían la Casa de Harinera de San Jaime SA, propiedad de Andreu Gallarda y fundada el año 1892. La fábrica abasteció la ciudad de Barcelona de productos harineros hasta 1991 (con varios cambios de nombre y de propiedad). Entonces, los vecinos iniciaron entonces la reivindicación que llevó a la expropiación de la fábrica en 1995 por parte del Ayuntamiento y a su rehabilitación como equipamiento para el barrio.

ZONA DE ETERNAS OBRAS

El acceso principal al antiguo recinto se realizaba por la calle del Clot. Allí se ubicaba el arco de entrada que, por una galería abierta entre las dos naves laterales, conducía al patio central donde se realizaba la carga y descarga de materiales. La nave de la derecha estaba destinada a almacenes y despachos administrativos; la de la izquierda, a almacén, silo y viviendas para los obreros.

Pero de todo aquello solo queda el recuerdo y la silueta del edificio principal, de inspiración modernista con su fachada de ladrillo visto, formada por ocho bandas coronadas con un remate y unidas, de dos en dos, por un escalonamiento de ladrillo decorado con mosaico verde. Un paréntesis en el tiempo que se recorta en la foto actual de la plaza de las Glòries, entre las eternas obras y los edificios más modernos de la city.

EDIFICIO PREMIADO

Con la reforma de 1995, se construyó el porche de entrada por la Gran Vía y se añadió a esta fachada un cuerpo transversal --destinado a escaleras y ascensor-- con el exterior de acero corten, vidrio y hormigón, y decorado con una F de 12 metros de altura. Se respetó la estructura metálica interior del edificio y se ha conserva dentro parte de la maquinaria de la fábrica: tres molinos de cuatro rodillos Bühler, la despuntadora Morros, el árbol de transmisión y los elevadores de cangilones.

El trabajo, obra del arquitecto Carlos Sanfeliu y Josie Abascal, le valió al edificio el Premi Bonaplata, y convirtió la antigua fábrica de harina en La Farinera del Clot, una auténtica fábrica cultural con una programación vinculada al barrio y a la ciudad.

--

Descubre más curiosidades y rincones de Barcelona en la cuenta de Instagram @inmasantosherrera [link directo]

Noticias relacionadas