Mirador de la Torre Glòries desde el interior / INMA SANTOS

Mirador de la Torre Glòries desde el interior / INMA SANTOS

Vivir en Barcelona

Torre Glòries: donde late Barcelona

El rascacielos de Jean Nouvel se ha convertido en una reinvención de la idea tradicional de mirador que combina arte, tecnología, divulgación científica y compromiso medioambiental

3 agosto, 2022 00:00

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El consolador, el pepino, el supositorio… Existen mil y una formas de referirse con más o menos ingenio al emblemático rascacielos de Jean Nouvel que preside la plaza de las Glòries desde 2005. Desde su inauguración y durante 10 años fue la sede de la empresa Aigües de Barcelona, de ahí que Torre Agbar sea el nombre oficial más extendido y el que ha perdurado, a pesar de que, en 2015 pasó a llamarse Torre Glòries. Este icono barcelonés abrió sus puertas al público en mayo de este mismo año de manera permanente. Pasen y vean, porque merece la pena

Por fuera ya es sobradamente conocido y, pese a la polémica inicial que despertó, ha echado raíces hasta convertirse en un icono de la ciudad: tiene más de 140 metros de altura, 34 pisos de cristal, hormigón y chapas de aluminio lacado en 26 tonalidades. Todo ello bajo un traje transparente y a medida hecho de 532.744 lamas de cristal. Todo un espectáculo arquitectónico que se ilumina cada noche mediante un sistema energético eficiente.

MIRADOR MODERNO

Pero ¿y por dentro? Pues, por dentro, la Torre Glòries es una reinvención de la idea tradicional de mirador: “Una propuesta multidisciplinar que combina arte, tecnología, divulgación científica y compromiso medioambiental”, explica su web. Por una parte, desde su cúpula ofrece unas espectaculares vistas 360º de Barcelona, lo que la convierte en una atalaya, a 125 metros de altura, desde la que observar la ciudad a vista de pájaro e identificar sus puntos neurálgicos, sus zonas verdes, la estructura de sus barrios… El interior de esa impresionante cúpula está ocupado además por una obra de arte, la instalación transitable Cloud Cities Barcelona, inspirado en las nubes.

Pero esto es solo la culminación de un proyecto que empieza en la base de la torre, en la planta -1, un espacio formado por instalaciones artísticas elaboradas a partir de la recopilación de datos de Barcelona en tiempo real. El Big Data de la ciudad descubre el ser vivo que es Barcelona en sí misma. Un ser vivo fruto de la relación entre personas, ecosistemas, infraestructuras y tecnologías, que respira, evoluciona y late con su propio ritmo y una banda sonora única e irrepetible que se va creando en tiempo real. Ver para entender.

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