La feria de Frankfurt y el joven literato barcelonés
La Buchmesse tiene consecuencias para los escritores que intentan colocar su primer libro en alguna editorial
28 octubre, 2022 00:00Noticias relacionadas
Ahora que he llegado a una edad no diré respetable, pero sí tirando a avanzada o provecta, creo que ya puedo lanzarme tranquilamente a dar consejos a los jóvenes literatos barceloneses que intentan, como hice yo hace cuatro décadas, hacerse un sitio en el mundo de las letras. Y lo hago coincidiendo con la celebración en Frankfurt de su célebre Feria del Libro, también conocida como la Buchmesse. Aunque se desarrolle a muchos kilómetros de nuestra querida ciudad, la Buchmesse en cuestión tiene consecuencias para los jóvenes escritores que están intentando colocar su primer libro en alguna editorial, y esas consecuencias –lo lamento, chicos- no son buenas.
Lo primero que debe aprender el joven literato barcelonés es que, aunque el año cuente con doce meses, el tiempo real en el que se puede colocar un libro es considerablemente menor. Vayamos por partes:
Se supone que el curso, en todos los sentidos, empieza en septiembre. En Catalunya, hay que esperar a que pase la mítica fecha del 11 de septiembre, fiesta nacional de nuestra nación sin estado, para considerar que el curso ha comenzado. Se abre, pues, una ventana de oportunidad que dura del 15 de septiembre, aproximadamente, al 30 de ese mismo mes. Con un poco de suerte, alguien se puede poner al teléfono durante esas dos semanas e informarte de qué tal le va a tu libro en la editorial a la que lo hayas enviado. Si te retrasas en la llamada y te pones a dar la vara cuando no toca, ya puedes darte por muerto: desde principios de octubre, todas las editoriales ponen en práctica la misma engañifa para librarse de ti: “Pero, hombre, ¿cómo se te ocurre llamar ahora, que nos estamos preparando para Frankfurt?” Y no se te ocurra decir que aún faltan dos semanas para la Buchmesse si no quieres que te cuelguen el teléfono y te cojan una manía especial. Lo mejor que puedes hacer es dar por perdido el mes de octubre, ya que llamar durante la Feria es perder el tiempo (no encontrarás a nadie, pues a Frankfurt va hasta el último mono, aunque tú no entiendas por qué) y llamar justo después de la Feria, también: “Pero, hombre, ten un poco de consideración, que acabamos de volver de Frankfurt y no te imaginas el curro que tenemos”.
Tu siguiente ventana de oportunidad, querido literato en ciernes, llega a mediados de noviembre y dura cosa de dos semanas. Aprovéchala, ya que a principios de diciembre observarás cómo el espíritu navideño se ha apoderado de la editorial en la que habías depositado tus esperanzas y nadie está para leer tu maldito libro: “Si eso, ya hablamos después de las vacaciones navideñas”. O sea, olvídate de hablar con nadie hasta mediados de enero, cuando se abre tu siguiente ventana de oportunidad, que durará, con un poco de suerte, hasta finales de marzo o principios de abril, dependiendo de las fechas en que caiga ese año la Semana Santa. Una vez superada ésta, olvídate del mes de abril, ya que están todos preparando el Día del Libro (y de Sant Jordi en Catalunya) y no tienen la mente preparada para dar conversación a un mindundi como tú. Mayo tampoco es muy recomendable, pues en ese mes tiene lugar la Feria del Libro de Madrid, que dura más de tres semanas y genera, al parecer, un trabajo tremendo que no permite perder el tiempo con gentecilla como tú.
Puedes volverlo a intentar a principios de junio, pero no te despistes porque en los días previos a la noche de San Juan te resultará muy difícil encontrar a alguien con ganas de hablar contigo. En julio ya se les ha puesto a todos los editores tal cara de cansancio acumulado y de ansia de vacaciones veraniegas, que te desaconsejo que intentes contactar con ninguno de ellos. Deja pasar el verano y vuelta a empezar.
Nada más lejos de mi intención, apreciado lletraferit barcelonés, que tratar de quitarte las ganas de escribir y, a ser posible, publicar. Piensa que esto es únicamente la visión de un hombre encallecido por el paso del tiempo y persevera en lo tuyo. Eso sí: que te quede claro que te puede costar Dios y ayuda que alguien se te ponga al teléfono en cualquier editorial. Sobre todo, antes, durante y después de la Feria del Libro de Frankfurt, que este año, por cierto, estaba dedicada a la literatura española (cosa perfectamente compatible con no hacer ningún caso a los jóvenes escritores españoles que aspiran a editar su primera obra).
Siempre puedes, eso sí, coger el toro por los cuernos y trasladarte personalmente a Frankfurt. La cosa requiere cierto desembolso económico, pero recuerda que la fortuna ayuda a los audaces. Como ahora casi todos los negocios se hacen por correo electrónico, la Buchmesse es en realidad una antigualla anacrónica que se mantiene para que se entretengan editores, agentes y escritores consagrados de todo el mundo. Por consiguiente, se come y se bebe que da gusto, así que, si tienes ciertas habilidades sociales, puede que, entre copa y copa, consigas un agente o un editor que, en Barcelona, nunca se te habrían puesto al teléfono. Reconozco que irse a Frankfurt cuando la Feria del Libro es un poco como acorralar a tus presas en sus madrigueras, pero ya se sabe que, a grandes males, grandes remedios, así que te aconsejo fervientemente que te lances sin miedo a la cacería del agente, del editor o de ambos en la Buchmesse. Intenta pillarlos a todos ligeramente cocidos, pero no tanto como para que no se acuerden de ti a la mañana siguiente. O eso o seguir llamando por teléfono en Barcelona para encontrarte siempre con alguien al que nunca le va bien hablar contigo. Ánimo, muchacho y, sobre todo, ¡persiste en tu vocación!