19:00 horas. Al salir del metro en Torras i Bages, sigo el ruido de tambores, que me lleva bordeando un muro desde la esquina del paseo con el mismo nombre con la calle Palomar, hasta Valentí Iglesias, y, desde ahí, hasta el número 95 de la calle de Cinca. Tras la verja, un grupo de niños golpea con ganas y ritmo el tambor en el patio del colegio municipal Ignasi Iglesias. Quizá no debería, pero la curiosidad por lo que veo, me anima a dejarme llevar y a cruzar la puerta de entrada como un progenitor más que va a recoger a sus hijos. Y, una vez dentro, giro en dirección contraria al resto de grupo, atravieso la zona de picnic de la entrada y me coloco frente a la fachada del edificio que mira hacia la calle de Valentí Iglesias. Está claro: este no es un cole cualquiera, ni arquitectónica ni pedagógicamente. 

Un niño de unos seis años me mira desde la esquina del edificio. Me ha pillado absorta en el enorme frontón que corona el edificio y en sus figuras de terracota. Según la documentación, recuerdan las carasses originales --hombre riendo, mujer llorando-- que había pintadas en la fachada de la masía original. ¿Ah, que no lo había dicho aún? Sí, este edificio está protegido como Bien Cultural de Interés Local y es una muestra viva del pasado rural del barrio. 

FACHADA NEOCLÁSICA

Se trata de una antigua masía de tres plantas y fachada neoclásica, El cuerpo principal, de planta baja y dos pisos, presenta una gran puerta adovelada. La aperturas se distribuyen igual (una-dos-una) en las dos plantas, con una diferencia: las puertas de balcón del primer piso tienen el perfil de piedra y el balcón es corrido. Fue construida entre 1650 y 1651, durante la Guerra dels Segadors. Pero las figuras de terracota de la parte superior, las galerías porticadas laterales y los balcones, son obra de una reforma de 1825, a cargo del constructor J. Oliveras y el maestro Bieló Falcara, padre de Pere Falqués. 

El niño de antes me hace burla y desaparece mientras, por el rabillo del ojo, descubro el tesoro que se oculta tras la verja del jardín lateral: una fuente ornamental de Puig i Cadafalch. Desde sus orígenes hasta el 1900, de la finca se cuidó la familia Feliubadaló, y a su marcha, se instaló una fábrica de conservas. Luego, compró la finca el industrial Valentí Iglesias. 

MANTENER EL CATALÁN COMO LENGUA VEHICULAR

Su historia en el ámbito educativo empezó en 1931, en plena República, cuando se convirtió en la cuarta escuela al aire libre del Ayuntamiento de Barcelona. Recibe el nombre de Ignasi Iglesias, en memoria al escritor y poeta, férreo defensor de las escuelas al aire libre, nacido en Sant Andreu de Palomar. Por sus aulas han pasado niños y niñas de diversas generaciones que han sido testigos de la historia de Barcelona y también de los principales cambios educativos, de los que la escuela ha sido siempre una abanderada. Así, por ejemplo, abogó siempre por la educación mixta y de calidad, e incluso en los años del franquismo, luchó por mantener el catalán como lengua vehicular

El dato: la escuela tiene su propia representación en la fiesta mayor de Sant Andreu a través del gigante Joanot (1992) y el Trasto (2012). 

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