En el número 10 de la calle Pons i Gallarza,  en la esquina con Gordi, un edificio residencial de planta baja y dos alturas, observa desde hace casi 175 años cuanto sucede en Sant Andreu. En pleno proceso de rehabilitación, esta finca histórica, catalogada con el nivel C de protección, está casi preparada para empezar a vivir su nueva vida, la séptima… como complejo residencial. No solo los gatos tienen siete vidas.

Can Barbosa, con las obras aún por terminar, empieza a mostrarse de nuevo en todo su esplendor. El edificio original data de 1848, aunque se desconoce el nombre del arquitecto o el maestro de obra. Lo que sí se sabe es que, poco tiempo después, alojó un café-teatro y, más tarde, una sala de baile. En 1888 pasó a acoger la sede del Ateneu Obrer de Sant Andreu, La histórica entidad del barrio dejó el edificio en 1911 para trasladarse a la calle del Abat Odó. Tres años después, pasó a ser conocido como Can Barbosa por la sastrería que se instaló hasta la década de los 80 del siglo pasado. Más tarde, los trajes, los tejidos y las agujas, dieron paso a los productos cárnicos y otros alimentos de un Àrea de Guissona, que acabó trasladándose a Gran de Sant Andreu. Antes, durante los últimos años allí, la cadena agroalimentaria convivió con un primer movimiento okupa que habitó los pisos superiores bajo el nombre de La Gorda.

El 14 de julio de 2008, los Mossos d’Esquadra procedieron al desalojo y detención de los okupas pero, cuatro meses más tarde, las viviendas y el local, vacío tras la marcha del Área de Guissona, volvieron a ser okupados. Nacía oficialmente el CSO La Gordíssima, el primer espacio autogestionado del casco antiguo de Sant Andreu de Palomar, en activo hasta su desahucio el  25 de junio de 2015.

El futuro del edificio parecía orientado a acoger un hostal para turistas pero, más de cinco años después, en 2021, el equipo 080 Arquitectura emprendió su rehabilitación como complejo residencial. Ya hace algún tiempo que Can Barbosa ha recuperado casi su esplendor. El proceso de rehabilitación, como en un truco de magia, ha hecho brillar de nuevo la fachada, al menos, en las plantas superiores.

Unas vallas de protección cubren aún gran parte de la planta baja con su puerta principal y la decoración imitando sillares, y donde continúan los trabajos. Pero en el segundo estrato, ya lucen las tres aperturas con arco de medio punto y el balcón corrido, y en tercero, el mismo tipo de apertura con balcón individual. Las molduras blancas destacan ahora sobre el gris azulón del fondo, donde se han recuperado ya los esgrafiados geométricos y las cenefas originales. Y el frontón clásico triangular vuelve a coronar con poderío la finca regia con el orgullo de quien ha sobrevivido a 175 años de historia y aún tiene otra vida por delante.

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