La calle Petritxol es una de esas vías cuyo tránsito se convierte en toda una experiencia gastronómica en Barcelona. Este espacio es visitado por miles de personas, tanto locales como turistas, por su esencia peculiar. El chocolate y los churros se han convertido en sus señas de identidad y atraen a miles de barceloneses, sobre todo en Navidad.
Historia de la calle Peritxol
Recorrer esta suerte de travesía es una experiencia única. Un paseo por este itinerario solo toma unos minutos, lo que se tarda en recorrer los 130 metros que dividen Portaferrisa y la plaza del Pi. Su anchura, de poco más de tres metros, da la sensación de poder tocar ambos lados a la vez. La historia de la calle Petritxol es, hoy en día, objeto de debate. Quienes se han acercado a estudiarla no tienen claro si el nombre se debe a su recorrido de piedras o a una influyente familia. Lo que sí se sabe es que, desde el año 1292, fue una vía de acceso a la iglesia del Pi.
Posteriormente, esta vía fue cerrada al tránsito de carruajes, como lo fue también al de coches en el siglo XX. En la actualidad, esta calle peatonal está repleta de chocolaterías. De ellas, aún quedan varias con un origen muy ligado al del propio entorno, con varias décadas de historia a sus espaldas.
Origen de las chocolaterías de la calle Peritxol
Quienes se deciden a visitarla, descubren rápidamente por qué es denominada popularmente como la «calle del chocolate». Esto se debe a que, en el siglo XVII, se abrieron numerosos negocios para comercializar este alimento. Lo servían en todas sus formas, tanto sólido como líquido o, incluso, como parte de postres más elaborados.
Hoy en día, hay muchos comercios que perduran desde el siglo pasado, cuando las reuniones sociales eran más frecuentes. Obviamente, también han surgido nuevos locales en los que este alimento continúa siendo el protagonista. Un consejo que muchas personas recomiendan es detenerse y conocer las pinturas que adornan sus paredes. Sin duda, una alegoría al aroma que aquí se percibe.
¿Dónde tomar y comprar un buen chocolate?
Existen multitud de espacios en los que degustar una merienda que ya es tradición en la ciudad. En este enclave, se sitúan algunas de las mejores chocolaterías de Barcelona. ¿A quién no le gustaría perderse por esta calle y acabar en un local acogedor y cálido y disfrutar de este manjar? Estas tres opciones son un acierto seguro:
La Pallaresa, tradición y artesanía
Desde el año 1947, este local ha estado sirviendo los mejores churros con chocolate. Precisamente, una de sus señas de identidad es la nata casera, con la que acompañan esta bebida.
Xocoa, un entorno de modernidad
Las tartas caseras, los melindros y los bombones forman parte de una carta moderna y adaptada al consumidor actual. Situada en medio de esta calle histórica, Xocoa ofrece un nuevo aire para los más jóvenes.
Granja Dulcinea, un lugar de encuentro
Cuando comenzaban los años cuarenta del siglo XX, se abrió la granja Dulcinea. Este fue el punto de encuentro de personas que ilustraban lo mejor de una cultura opacada por la posguerra. Entre ellas, el pintor Salvador Dalí.