El tomate cherri más dulce de España se produce en Viladecans (Barcelona). Aunque en términos cuantitativos el liderazgo en su cultivo se lo llevan comunidades como Andalucía o Murcia, los huertos españoles cuentan ahora con una nueva cuna: el Parc Agrari del Baix Llobregat. En sus cerca de 3.000 hectáreas protegidas, municipios como Gavà o el Prat de Llobregat destacan también por el cultivo y la calidad de sus productos como la alcachofa o el espárrago, dotados de una gran variedad de vitaminas y propiedades por la salinidad de las aguas de sus tierras.

Con este mismo valor añadido, el municipio de Viladecans se estrena con una nueva apuesta: el cherri más sabroso del territorio nacional. Según el informe de consumo alimentario en España de 2021 –el último desde que hay registros– los españoles consumen una media de 600.000 kilos de tomates al año. Catalunya está a la cabeza de las comunidades autónomas: 13 kilos por persona y año.

Sólo en Viladecans –con el esfuerzo de cuatro empresas– se producen cerca de 90.000 kilos de cherri al año. Una cifra que, comparada con las de otras comunidades puede parecer menor, pero que sirve para abastecer a todas las localidades de la zona llegando a comercializarse en toda Barcelona: “No hay ningún cherri que sea como el nuestro. El de Viladecans tiene un sabor único, el tipo de aguas hace que su dulzura llame especialmente la atención en comparación con todo el que viene de Murcia o Almería”. Así de contundente se muestra Joan Llopis, uno de los agricultores que lleva más años con el cultivo de este tipo de tomate y quien ha conseguido que se comercialice en los mejores restaurantes de las Baleares: “Ahora la marca Viladecans llega a Ibiza, los mejores chefs no quieren trabajar con otro producto”.

El Ayuntamiento de Viladecans ha iniciado una campaña para presentarlo como producto propio, tal como anuncia el alcalde del municipio, Carles Ruiz: “Este cherri nos da singularidad, es un producto que sólo se hace en Viladecans y es de mucha calidad. No se trata de competir con los productos vecinos, sino de aprovechar la calidad de nuestra tierra para crear un espacio de innovación con nuestra agricultura”.

Rama de tomates cherri del invernadero de la familia Llopis / CEDIDA

 

SU SALINIDAD, LA CLAVE DEL ÉXITO

“El cherri de Viladecans basa su diferencia en el sabor. Prácticamente todos los productores trabajan con las mismas variedades de tomate, la diferencia primordial es la conductividad eléctrica que tiene el agua con la que regamos, la salinidad que le llega al cherri hace que tenga mucha más dulzura; ese es nuestro valor añadido”. Josep Farrés es uno de los cuatro productores que comercializan esta fruta en Barcelona a través de Mercabarna. Explica que la clave del éxito de este cherri está en la proximidad del Parc Agrari al mar que, aunque hace que las aguas sean de mala calidad, le proporciona valores positivos a los productos que se cultivan en esta zona: "Las aguas de estas tierras son muy duras y muy malas, pero son muy beneficiosas para los tomates", puntualiza Carles Faura, el presidente de la cooperativa agrícola de Viladecans.

Invernadero del Parc Agrari donde se cultivan cherris / MA (Lorena Hens)

 

Este cherri aporta multitud de propiedades beneficiosas para la salud: además de ser un antioxidante que ayuda a reforzar el sistema inmunitario, contiene licopeno, un pigmento que se encarga de retrasar la oxidación de las células combatiendo el envejecimiento prematuro de la piel. Este producto lleva ácido cumárico y clorogénico, dos elementos necesarios en la lucha contra los principales agentes cancerígenos que produce el humo de los cigarrillos. Además de su alto porcentaje de agua –lo que lo convierte en un alimento ideal para la pérdida de peso–, ayuda a prevenir la ceguera nocturna y las enfermedades visuales. Un cóctel de propiedades beneficiosas para la salud que lo convierten en una de las mejores opciones para introducirlo en las recetas más cotidianas.

MÁS DE 200 AÑOS DE HISTORIA

El cherri de Viladecans que conocemos actualmente se produce desde hace 10 años. Sin embargo, su origen se remonta a 200 años atrás. Es una variedad de tomate cherri originario de América. Desde 1800 se cultiva en lugares como Ecuador, Perú y el norte de Chile y se caracteriza por sus pequeñas dimensiones, de entre uno y tres centímetros, con un peso de –aproximadamente– 13 gramos. Sus orígenes le proporcionan unas características particulares con un sabor dulce, crujiente y una textura suave y delicada. Su color brillante e intenso lo hacen diferenciarse de los demás, con una forma alargada que lo dota de singularidad. 

Sin embargo, sus inicios en el Parc Agrari empezaron hace 50 años: “En los años 70 el Baix Llobregat pasaba por una época difícil para el cultivo. Los agricultores viladecanenses empezaron a viajar a ciudades como Almería o el sur de Francia y descubrieron los invernaderos. Fue el gran invento, un avance importantísimo que nos permitió mejorar en la producción”. Carles Faura, presidente de la cooperativa de agricultores de Viladecans, recuerda emocionado cuál fue el punto de inflexión que impulsó la producción en los campos de la comarca: “En Almería pararon de producir tomates durante tres meses por el calor. Gracias a los invernaderos, intentamos llenar el vacío de producción y Viladecans consiguió aumentar sus ingresos gracias a sus propios cultivos de proximidad. Ahí empezó todo”.
 

DEL HUERTO A RESTAURANTES DE LUJO

Aunque es un producto de kilómetro 0, el cherri de Viladecans cruza cada día el Mediterráneo en barco para llegar a las cocinas más gourmet de las Baleares. Este pequeño tomate en forma de pera se sirve en los restaurantes más glamurosos de Ibiza como el Lío –bajo el liderazgo de chefs como Josetxo Arrieta y Jordi Grau– que se posiciona como uno de los locales del grupo Pachá que más factura a nivel mundial; La Gaia –con el chef Óscar Molina detrás de los fogones– que cuenta con una estrella Michelin en su palmarés, el grupo Blue Beach o la prestigiosa cadena hotelera W.

Gazpacho de tomates cherri de Viladecans servido en el Blue Beach de Ibiza / RRSS (@bluebeach)

Alfonso Rojo es gerente de frutas La Palentina en Ibiza y, desde hace cinco años, comercializa en la isla los cherris de Viladecans, cultivados en el invernadero de la familia Llopis: “Hice un viaje a la península en busca de productos de calidad. Pasé por Andalucía y Murcia pero ningún tomate me llamó tanto la atención como el de Viladecans. Estábamos acostumbrados a un cherri redondo y no con esa forma alargada y tan dulce. Medí los grados Brix de este cherri –el punto de dulzura de la fruta– y este superaba los diez mientras que los anteriores no alcanzaban los siete grados. Los clientes no quieren otro tomate, los chefs piden productos que tengan propiedades y vitaminas, no sólo que sean bonitos y elegantes”.

Las cajas que contienen este tomate –personalizadas con el logo del municipio viladecanense– se introducen cada día en los barcos con dirección a Ibiza sobre las 20.00 horas. Ocho horas después ya están en tierra, listas para ser distribuidas en los mejores restaurantes: “La familia Llopis nos lo sirve en el punto de maduración exacto, si ellos recolectan el producto el lunes, en Ibiza se vende el mismo martes. En sólo 24 horas se sirve en las mejores cocinas de las baleares”, explica el gerente de La Palentina.

UN CHERRI QUE INVITA A 'ABRIR EL PALADAR'

La dulzura singular de este cherri despliega un amplio abanico de recetas con las que sorprender en la cocina. Mingo Morilla, uno de los chefs más reconocidos de Viladecans –si no el más prestigioso–, regenta el restaurante Cal Mingo, una antigua masía entre los municipios de Viladecans y Sant Boi. El restaurante de este chef –que se inició en los fogones junto con Ferran Adrià– es uno de los clásicos de la comarca. Cal Mingo, junto con una veintena de establecimientos más de la localidad, apuesta por la cocina basada en los productos de proximidad: "La verdad es que el cherri de Viladecans tiene una personalidad, una textura y un punto de dulzura que lo hace diferente de la gran mayoría de tomates. Su tamaño y su forma lo hacen más atractivo, se pueden hacer cosas que con otros tomates no; no dejan el mismo gusto a la hora de elaborar un plato", detalla el chef. 

Ante las polémicas sobre si es un tomate, si un fruto, una hortaliza, una verdura o una fruta, Morilla –que también es el presidente del gremio de hosteleros de Viladecans– asegura que se trata de una fruta y que, concretamente la dulzura del de Viladecans, permite hacer todo tipo de recetas: "Lo más habitual es jugar con ellos en la ensalada o con el queso para contrarrestar la acidez, pero nuestro cherri invita a abrir el paladar a nivel mental, a imaginarse multitud de fórmulas gastronómicas. Es producto del mestizaje por lo que hibridar esta fruta con nuevas técnicas puede resultar muy sabroso. En nuestro caso lo podemos pasar por la sartén, por el horno, jugar con ellos en pasteles con crema de limón... se consigue un sabor sensacional. Si lo tratamos bien con mermelada de vainilla o lima podemos sacarle mucho rendimiento como postre, incluso también podemos caramelizarlo... hay un sin fin de opciones, ese es nuestro valor añadido", explica el chef. 

Receta con cherris del chef Mingo Morilla para el restaurante Cal Mingo / CEDIDA 

Morilla asegura que el desconocimiento sobre el proceso de producción en los alimentos de proximidad a menudo merma el alcance que estos pueden tener: "El fenómeno cultural nos limita mucho, hay que hacer pedagogía con nuestros productos. La trazabilidad emocional de un alimento es muy importante, conocer a sus agricultores, implicarnos en el proceso de producción... Vemos los campos pero no sentimos curiosidad porque el paisaje está sobrecargado por la autovía, las vías del tren, el aeropuerto... El impacto visual es importante, aunque un invernadero pueda ser un sitio visualmente desagradable, no podemos olvidarnos de que su función es darnos de comer". 

El cherri de Viladecans ha dejado huella más allá de la península. Una fruta que nació con el objetivo de abastecer a su área más cercana ha logrado romper los límites geográficos y atraer la atención de los restaurantes más lujosos de una de las islas más turísticas del país. Un impacto que todos los agentes que están involucrados en su cadena de producción valoran –entre otros el chef Morilla, que se autodenomina fiel amante del producto– : "Viladecans y su gastronomía están en evolución y tienen un claro objetivo de calidad", remacha.

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