La Rambla, un domingo de invierno cualquiera. Al llegar al número 38, colgada de mi brazo, mi hija da un respingo y pregunta: “¿podemos entrar en el Ale-Hop?”. Pues claro, no va de una tienda más. Entre gafas de sol, artilugios para hacer masajes y chorradas varias, llegamos al fondo de la tienda. Más de lo mismo, al menos, hasta que a uno se le ocurre mirar hacia arriba y descubre un espectacular techo modernista con tres vidrieras de colores. Los motivos florales de diferentes tamaños y colores salpican todo el espacio de punta a punta y se alinean creando cenefas y guirnaldas o enmarcando escenas pintadas de colores pastel.
Esta decoración es todo un hallazgo, que se recuperó y restauró entre 2001 y 2006, cuando salió a la luz con el hundimiento de un falso techo en la sucursal bancaria que entonces ocupaba el local. Pero, a principios del siglo XX, bajo ese espectacular techo se encontraba el Gran Café Cuatro Naciones, que perteneció al Hotel del mismo nombre, uno de los más lujosos de Barcelona. Las primeras referencias datan del siglo XVIII cuando abrió una trattoria italiana -Cuatro Naciones-, y después se fue ampliando. A lo largo de los siglos, el hotel sufrió distintas reformas. Una de las más significativas fue entre 1848 y 1849 a cargo del arquitecto Francesc Daniel Molina. De aquella época es el edificio del actual Hotel Cuatro Naciones, en el número 40 de la Rambla, que hoy continúa activo aunque con una categoría más modesta.
Entre los años 1906 y 1907, el arquitecto Jeroni Granell dirigió la reforma del suntuoso café situado en el espacio de Ale-Hop. La nueva decoración fue inaugurada en junio de 1907 para el banquete de la boda de la soprano María Barrientos. Veinte años más tarde, el establecimiento hotelero cerró y reabrió al poco tiempo. Pero, a mediados del siglo pasado, el hotel que había hospedado, entre otros, a Buffalo Bill, Albert Einstein y Frédéric Chopin, entró en decadencia y sus diferentes espacios se segregaron. Hace solo algunos años, un grupo inversor proyectó la puesta en marcha de un hotel de 4 estrellas, en el número 38 de la Rambla, recuperando espacios segregados del Cuatro Naciones. Pero el proyecto no verá la luz porque el Ayuntamiento de Barcelona no le ha dado la licencia tras un culebrón jurídico. Pero esa es arena de otro costal.
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