Con la llegada de un calor adelantado y con una nula previsión a corto plazo de lluvias generalizas, Barcelona entra en la primavera con una –ya habitual– escasez de agua. Sin ir más lejos, la provincia de Barcelona –con menos del 16% de la capacidad de los embalses– es la que más sufre esta sequía a ámbito comunitario y la segunda a nivel nacional, tan solo por detrás de Almería, con un 13,4%.
Con todo, la capital catalana se despide de uno de los inviernos menos lluviosos de la historia y ni a corto ni a medio plazo se prevé un cambio que quiera revertir esta situación. Según los principales modelos meteorológicos, los frentes procedentes del Atlántico dejarán lluvias en zonas del oeste y del norte peninsular. Al entrar por Galicia, y siendo nosotros su última parada del recorrido peninsular, nos quedaríamos constantemente al margen, con tan solo algunas precipitaciones en los Pirineos y zonas del norte de Girona.
Así pues, marzo acabará de la misma forma que lo empezó. Sin lluvias en la capital catalana y con las esperanzas puestas en que se cumpla nuestro refranero popular: En abril, aguas mil.
MODELOS ESTACIONALES
Los principales modelos meteorológicos suelen clasificarse en varias categorías. Por un lado, los llamados modelos generalistas, limitados en precisión geográfica, pero muy útiles para estudiar el movimiento de grandes masas atmosféricas a unos diez-quince días vista. Por otro lado, tendríamos los llamados modelos mesoescalares, que se centran en áreas muy locales, como regiones o ciudades, y que se utilizan para predecir fenómenos meteorológicos a corto plazo y con mucha precisión. Por último, encontramos los modelos estacionales, grandes modelos globalistas que intentan calcular tendencias a muy largo plazo, generando previsiones a meses vista.
Las siguientes previsiones están basadas en un modelo estacional para tratar de concluir cómo se presentará la primavera meteorológica. Cabe destacar que, cuanto más avanzamos en la previsión, más variaciones atmosféricas se pueden dar, y menos fiables pueden ser las tendencias calculadas.
ABRIL
Las principales tendencias prevén un abril con temperaturas por encima de lo que es habitual para la época. Si bien es cierto que los modelos no se ponen de acuerdo en el grado de anomalía térmica, ambos coinciden en que abril será más caluroso de lo normal.
En cuanto a precipitaciones, se prevé que, a partir ya de la primera mitad del mes, las lluvias vuelvan y tengamos un abril normal, sin anomalías destacadas o ligeramente más lluvioso. Recordemos, de todas formas, que abril, seguido de los meses de otoño, suele ser el más lluvioso del año. A pesar de ello, las tendencias no marcan una situación que permita compensar la falta que lluvias que arrastramos.
MAYO
El mes de completa primavera por excelencia mantendría la misma evolución que abril, con un continuismo termométrico de temperaturas normales, o ligeramente por encima, respecto a lo que es habitual para la época, y unas precipitaciones que poco variarían de la media climática en la ciudad.
JUNIO
Las temperaturas serían notablemente elevadas, con un calor que haría avanzar el verano algunas semanas. En cuanto a precipitaciones, parece ser que las anomalías se acercarían a la capital catalana, pudiendo tener más lluvias de lo habitual para un mes de junio.
En conclusión, una primavera, por lo general, calurosa y con lluvias que, pese hacerse esperar, llegarán, aunque no con la abundancia ni la generalidad geográfica que nos haría falta.