En Barcelona hay muchos mercados, pero pocos son tan emblemáticos como el de la Boqueria. Si bien es cierto que en los últimos años ha pasado de ser un lugar en donde hacer la compra para la gente del barrio a ser un punto turístico más de la capital catalana, no deja de formar parte de la historia de la ciudad.

HISTORIA

La primera mención al Mercado de la Boqueria data del año 1217, en un documento donde se afirma "que un representante del rey ha concedido a un particular la propiedad de una mesa para trinchar la carne". Boqueria quería decir carnicería, o tabla de cortar carne, seguramente proveniente de la palabra boc, en catalán. Esto originó el nombre del llano, la calle y el mercado. 

A finales del siglo XIII, en tiempos de Pere el Gran, se construyó la segunda muralla de la ciudad que reseguía el actual paseo de la Rambla. Frente a uno de sus accesos, el Portal de Santa Eulalia, estaba el llamado llano de la Boquería, donde los vendedores ambulantes y los campesinos de los alrededores vendían sus productos. En 1470, a raíz de una petición de los campesinos del Raval y de los pueblos del Baix Llobregat, se localizó la feria de cerdos de diciembre. Pasada la edad media, se establecieron mercadillos en varios lugares de la Rambla que, a finales del siglo XVIII, dieron lugar a un conjunto desordenado y anárquico.

Entrada principal al Mercado de la Boqueria / MA

SANT JOSEP

Cuando se proyectó ampliar la ciudad derribando las murallas nació la idea de reagrupar las diferentes actividades mercantes en un lugar resguardado. El lugar escogido fue el terreno que había ocupado el convento de Sant Josep de los carmelitas descalzos, muy afectado por la quema de conventos del 25 de julio de 1835. Al tratarse de una antigua zona eclesiástica que pertenecía al terreno público desde de la política de desamortización, la municipalidad pidió su cesión al Estado.

Una vez terminada la demolición en 1837, se reagruparon provisionalmente las barracas de los comerciantes de la Rambla en el antiguo convento. La colocación de la primera piedra del mercado, el día de Sant Josep de 1840, fue acompañada de un ritual bastante elocuente: una onza de oro y otras monedas fueron depositadas bajo la primera piedra como símbolo de la riqueza que traería el futuro mercado. Pronto se comprobó que el espacio era insuficiente y se expropiaron edificios contiguos.

En 1848 se construyó la actual plaza neoclásica y porticada con grandes columnas jónicas y, en el interior de este recinto, en el que toldos de ropa hacían de techo, se construyeron sesenta y ocho puestos. En Navidad de 1871 se inauguró la iluminación de gas.

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