Grrrr! Ruge el rey de la selva en una calle con nombre de piedra preciosa, en el corazón de Gràcia. No uno, sino ocho leones montan guardia en la cornisa de la casa que se alza en el número 4 de la calle del Topazi. Forman parte del coronamiento de esta pequeña casa entre medianeras que destaca no por su arquitectura ni por el nombre de su propietario o de su anónimo constructor, sino por su ornamentación, concentrada especialmente en la parte superior. Sobre el dintel del balcón, dos querubines alegres juguetean despreocupados entre las dos conchas que decoran las ventanas a izquierda y derecha. La parte más decorada es el friso, con esgrafiados, que incluye tres respiraderos con motivos florales y ocho ménsulas en forma de cabeza de león. Sobre el friso, una barandilla de piedra calada con cuatro jarrones sobre peanas culmina esta casa.
De estilo ecléctico, esta casa custodiada por leones fue construida hacia 1900 y forma parte de la barriada surgida de la parcelación y urbanización de estos terrenos, iniciada hacia mediados del siglo XIX. Remontémonos al verano de 1850. Gràcia conseguía por tercera vez independizarse de Barcelona y tener, por fin, municipio propio. Aquel mismo año se aprobaba la parcelación y urbanización de una gran pieza de terrenos entre el Torrent de la Olla y la Torre de la Virreina. Ese mismo año, Josep Rossell, comerciante de piedras preciosas, adquirió una parte importante de la finca de la antigua Torre de la Virreina, a la que añadió otras propiedades. Era una porción enorme de terreno de ocho mujades (unas cuatro hectáreas), que Rossell decidió urbanizar de golpe. La parcelación de este terreno se hizo de manera diferente a otras zonas de Gràcia habitadas desde hacía tiempo y que a menudo habían crecido en torno a una fábrica, un mercado o una zona de masías. En este caso, se partió de cero y se le quiso dar un carácter residencial, con casas de planta baja o planta baja y piso, como esta que aún se conserva en la calle Topazi.
Os había dicho que Josep Rossell era comerciante de joyas, ¿no? Pues sí, por eso decidió bautizar todas las calles de sus dominios con nombres de piedras y metales preciosos (salvo la calle Ancha): Perla, Or, Esmeralda (ahora Asturias), Topazi, Plata (ahora Guilleries)… Y todas ellas en torno a un espacio central ocupado por la plaza del Diamant. Deformación profesional.
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