Barcelona esconde una plaza conocida como el agujero de la vergüenza en el Born. Se trata de un solar en pleno centro histórico creado como consecuencia de los escombros efectuados entre las calles de Metges, Sant Pere més Baix, Carders y Jaume Giralt. Aunque a día de hoy los vecinos del barrio han construido un espacio público de recreo para pequeños y grandes, guarda toda una historia llena de abandonos institucionales, obras interminables y pérdida de derechos de los realojados en pisos nuevos, entre otros embolados. 

El Pou de la Figuera (popularmente conocido como Forat de la Vergonya) ocupa la parte central de los barrios de Santa Caterina y Sant Pere (un conjunto de tres barrios conocido como la Ribera, también formado por el famoso Born, en el distrito de Ciutat Vella).

En el año 2000 el Ayuntamiento de Barcelona inició ciertas actuaciones de rehabilitación de los barrios de Sant Pere y Santa Caterina, conjuntamente con dos empresas de capital mixto, Procivesa y Foment de Ciutat Vella (Focivesa). Años más tarde, en 2004, a través del programa de mejorar el barrio de la Generalitat, se aprobó una ayuda de 14,6 millones de euros, aportados al 50% por el Ayuntamiento y por el Departamento de Política Territorial y Obras Públicas. Este dinero estaba destinado a la mejora urbanística de la zona, reactivando así la economía social del barrio a través del impulso de los espacios públicos, dotándolos de equipamientos para uso colectivo. 

Plaza del 'agujero de la vergüenza' de Barcelona

¿QUÉ PASÓ EN EL AGUJERO DE LA VERGÜENZA?



Entre 2000 y 2003, PROCIVESA, la empresa inmobiliaria encargada de reestructurar diversas áreas de la Barcelona vieja, expropió a bajo precio varias manzanas de la Ribera. Luego las derribó. Los vecinos bautizaron el nuevo espacio vacío surgido donde antes estaban sus casas como el Forat de la Vergonya (el Agujero de la Vergüenza). Con ello denunciaban una situación que consideraban degradante. 

MALESTAR VECINAL

Este espacio, planteado inicialmente como una zona verde, tal y como veremos, fue recalificado para construir plazas de parking privado. Es aquí donde los vecinos empiezan a movilizarse para intervenir y opinar acerca de esta área que, degradada por la no intervención del Ayuntamiento, les pertenece. Empiezan a oírse voces “esto es un agujero y una vergüenza”. De aquí, “el Forat de la Vergonya”, de donde nacerá la lucha vecinal contra la especulación urbana, a través de la Asamblea del Forat.

El malestar se concretó en una acción singular: en las Navidades de 2001 a 2002, un pequeño colectivo de vecinos plantó un abeto de Navidad en la tierra de nadie, justo enfrente de la última manzana habitada pendiente de derribo, un pino entre los escombros. Con ello reivindicaban conseguir una zona verde donde el Ayuntamiento tenía previsto construir un parking y nuevos apartamentos para estudiantes.

El abeto se convirtió rápidamente en el símbolo de un conflicto que se ha devenido en ejemplo paradigmático de las contradicciones urbanísticas de la nueva Barcelona.

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