Barcelona tiene un faro de más de 20 metros que solo se iluminó una vez: ubicación y detalles

En 1984 nacía oficialmente el distrito de Nou Barris. El territorio necesitaba un eje vertebrador y Via Júlia totalmente renovada en 1986 debía cumplir esa función. Convertida en una enorme rambla cementosa, le faltaba “alma”, y los arquitectos municipales Bernardo Solà y Josep Maria Julià decidieron transformarla en una especie de museo de arte urbano. Para conseguirlo, encargaron varios proyectos a escultores que apenas empezaban a despuntar, como Jaume Plensa.

TORRE FAVÈNCIA

En uno de los extremos de Vía Júlia, se situó el Monumento a la República, pero, ¿y en el otro extremo? Hacía falta otro elemento monumental que tendría que servir como referencia en la zona. Y se lo encargaron a Antoni Roselló, artista barcelonés muy reconocido por sus diseños industriales de mobiliario urbano y que, años después, se encargaría también de las torres luminosas del paseo Marítimo de la ciudad. Roselló ideó para Via Júlia una escultura que, de alguna manera, emulaba un faro: la Torre Favència.

Dos elementos forman esta particular escultura: por una parte, el fuste de la columna, dividido en siete partes y con la base de piedra, y, por otra, una escalinata pensada para que los peatones puedan sentarse a contemplar desde aquí el paseo. Un tercer elemento tenía que permitir que esta torre de vidrio y acero corten de 24 metros de altura todavía fuera más monumental. Y es que, desde la parte superior, debía proyectarse un potente haz de luz visible desde muchos puntos de la ciudad. No pudo ser. La potencia de la red eléctrica lo hizo inviable. La torre solo se iluminó el día de la inauguración, el 5 de julio de 1986, y lo único que consiguió fue dejar sin luz muchas casas del vecindario.

SÍMBOLO DE NOU BARRIS

El revestimiento poligonal de acero corten en la base y el coronamiento del mismo material le otorgan a esta torre un aspecto de gran chimenea. Aunque el parecido con ese elemento industrial no ha sido el que más ha cuajado y, popularmente, la torre ha sido conocida con apelativos peor intencionados como “la jeringuilla” o el “monumento al yonqui”. En cualquier caso, y pese a todo, se ha convertido en un símbolo de Nou Barris y un punto de referencia para los vecinos.