Catalunya sufre el peor déficit pluviométrico de su historia. La sequía mantiene en alerta a la capital catalana con restricciones cada vez más severas.

ESTADO DE LOS EMBALSES

El agua embalsada en la provincia de Barcelona se encuentra bajo mínimos, con tan solo un 16 % de su capacidad. Las reservas están al mismo nivel que en algunas provincias del tercio sur peninsular.

Cabe destacar que no todo el agua que se consume en la ciudad proviene de recursos superficiales, es decir, de agua embalsada, sino que su procedencia también puede tener un origen subterráneo o ser agua tratada con desalinizadoras.

Sin embargo, si nos centramos en las reservas pluviométricas, estas tienen su origen en el agua del río Ter, a partir de los embalses de Sau --con tan sólo un 9,9% de reserva-- y Susqueda --a un 19,7%--; y del río Llobregat, con los embalses de La Baells --al 22,8% de agua embalsada--, La Llosa del Cavall --a un 17,9%-- i Sant Ponç (a un 28% de su capacidad total).

El pantano de Sau, bajo mínimos durante la gran sequía del año 2008 / EFE

EL AÑO MÁS SECO DE LA HISTORIA 

A pocos días de que termine este 2023, y a falta de lluvias en las previsiones para estas últimas jornadas del año que pudieran revertir la escasez de precipitaciones acumulada en la capital catalana, podemos ya afirmar que se ha batido un nuevo récord: este año ha sido el más seco de la historia en Barcelona desde que se tienen registros.

El 2023 supera al 2021 año, hasta ahora, con menos precipitación, con tan sólo 327,6 mm en todo el período. Las estaciones de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) de la ciudad marcan, a día de hoy, 274,5 mm acumulados en el Aeropuerto y 306,8 en el Observatori Fabra.

¿CUÁNTO TENDRÍA QUE LLOVER?

El día más lluvioso de este año fue el 27 de agosto, con hasta 35,2 litros en una sola jornada, según datos del Observatori Fabra.

Para alcanzar la media pluviométrica de la ciudad de Barcelona, que es de unos 600 mm al año, y teniendo en cuenta que hasta la fecha se han acumulado menos de la mitad, necesitaríamos aproximadamente entre ocho y nueve días más de precipitaciones igual de cuantiosas que la jornada con más lluvia del año.

Un embalse bajo mínimos en un episodio de sequía / EFE

Y todo ello para llegar a la media. Pero, ¿es esto suficiente para acabar con la sequía?

La respuesta es compleja. La sequía no solo depende de la cantidad de lluvia que cae, sino también de cómo se distribuye a lo largo del año. Unos pocos días de lluvias intensas pueden no ser suficientes para recargar los embalses y los acuíferos, especialmente si el suelo está muy seco, ya que gran parte del agua se perderá por escorrentía, o escurrimiento superficial.

Además, hay que tener en cuenta que no toda la lluvia que cae se puede aprovechar. Parte se evapora, parte se filtra y parte desemboca en el mar. Por lo tanto, aunque es difícil dar una cifra exacta de cuánto tendría que llover para acabar con la sequía, lo que está claro es que se necesitarían varios días de lluvias intensas y bien distribuidas a lo largo del año para poder recargar los embalses y aliviar esta situación de sequía.

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