Las enfermedades cardiovasculares son una preocupación de primer orden al ser una de las principales causas de muerte en nuestro entorno. La cardiología es la rama de la medicina dedicada a la prevención y tratamiento de estas dolencias que afectan a millones de personas.
Cuidar la salud del corazón es fundamental para reducir el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Por ello, llevar una vida saludable con una dieta equilibrada, una actividad física regular y una adecuada gestión de factores de riesgo se convierte en determinante.
El papel de la prevención
Los avances en medicina y las estrategias preventivas han ido de la mano en esta batalla. No obstante, la detección temprana y el control de las enfermedades cardiovasculares son igualmente necesarios. De ahí que las revisiones periódicas con especialistas sean tan recomendables.
En este contexto, la subespecialización y una visión integral del paciente se revelan como imperativos para garantizar un diagnóstico y tratamiento adecuados. La cardiología, en su constante evolución, busca no solo tratar las enfermedades del corazón, sino también promover una cultura de prevención y cuidado que permita reducir su impacto en la salud pública.
Cómo se manifiesta
"La insuficiencia cardíaca es un síndrome complejo que abarca una variedad de síntomas y signos, siendo la incapacidad funcional para realizar esfuerzos su característica principal”, explica el doctor Ignacio Ferreira, del Hospital Universitari Dexeus.
“Los síntomas de alerta incluyen sensación de falta de aire (disnea) y la hinchazón de extremidades, lo que resalta la importancia del diagnóstico precoz a través de pruebas como ecocardiogramas y análisis de sangre”, manifiesta el doctor Ferreira.
Dentro del abanico de enfermedades cardiovasculares, las más comunes son la cardiopatía isquémica y la cardiopatía hipertensiva. La primera, en forma de angina de pecho o infarto de miocardio, y la segunda, vinculada estrechamente con la presión arterial elevada, representan desafíos significativos en el campo de la cardiología. A menudo, estas condiciones conllevan complicaciones adicionales, como arritmias e insuficiencia cardiaca.
Este padecimiento se manifiesta a través de sensación de falta de aire y ahogo, inicialmente con esfuerzos moderados, pero que va progresando hasta aparecer en reposo si no se trata adecuadamente. “A menudo, se acompaña de edema en extremidades y zona abdominal”, aclara el especialista en Cardiología.
Cómo se origina
La insuficiencia cardiaca se origina cuando el corazón no logra bombear sangre de manera eficiente, ya sea por una disminución en la fuerza de contracción, problemas en las válvulas cardiacas o alteraciones en el músculo cardiaco. Como resultado, la sangre no llega en cantidades suficientes a los tejidos y se acumula en los pulmones.
Esta circunstancia se ha agravado debido al envejecimiento de la población y a factores de riesgo como la hipertensión, la diabetes, el colesterol alto, la obesidad, el sedentarismo y el tabaquismo.
Esta afección tiene un pronóstico grave, con una mortalidad anual en torno al 10%, comparable e incluso superior a la de muchos tipos de cáncer. “Los pacientes con IC tienen un mayor riesgo de sufrir infartos u otros eventos cardiovasculares, lo que afecta significativamente su calidad de vida”, apunta el cardiólogo.
Tratamientos
En términos de tratamiento, además de la prevención, se han desarrollado fármacos innovadores y técnicas intervencionistas para mejorar la función cardiaca y tratar la enfermedad. “Hoy disponemos de herramientas de las que no disponíamos hace una década”, asegura el especialista del Hospital Universitario Dexeus. “Dispositivos como los de resincronización cardiaca y las asistencias ventriculares han demostrado mejorar sustancialmente la calidad de vida y el pronóstico en fases avanzadas de la IC”, declara.
Contrariamente a lo que se cree, el ejercicio físico adaptado al grado de la insuficiencia cardiaca mejora significativamente la calidad de vida y el pronóstico de los pacientes. La educación sobre la enfermedad y la monitorización regular de aspectos clave, como la dieta y la tensión arterial, son cruciales.
“En ello han ayudado de forma muy importante las unidades de rehabilitación que, además de indicar planes de ejercicio especialmente planificados para esta población, consiguen aumentar el conocimiento del paciente sobre su enfermedad y mentalizar sobre las medidas higiénico-dietéticas más oportunas para cada caso”, concluye el doctor Ferreira.