En las estrechas calles del barrio del Gòtic de Barcelona, existe una leyenda que pocos conocen, pero que ha sido transmitida de generación en generación entre sus residentes más antiguos. Se trata de la historia de la calle de la Flor del Lliri, un relato que combina misterio, amor y un toque de tragedia.
Hace muchos años, en una época donde las calles de Barcelona estaban iluminadas por faroles de gas y las carrozas aún resonaban en los adoquines, vivía una joven llamada Elisenda. Elisenda era conocida por su belleza y bondad, y trabajaba en una pequeña floristería en la calle de la Flor del Lliri. Esta calle era famosa por sus tiendas de flores que llenaban el aire con un aroma embriagador.
La leyenda de Arnau y Elisenda
Un día, un misterioso caballero llamado Arnau llegó al barrio. Arnau, de origen noble, había viajado por el mundo en busca de un propósito después de la trágica pérdida de su familia en un incendio. Encontró en la floristería de Elisenda un refugio para su alma atormentada. Cada día, compraba un lirio blanco, la flor preferida de su difunta esposa, y poco a poco, empezó a hablar con Elisenda, quien lo recibía con una sonrisa cálida.
Con el tiempo, Arnau y Elisenda se enamoraron, y la vida comenzó a recuperar su color para Arnau. Sin embargo, su felicidad atrajo la envidia de un oscuro personaje del barrio, un hombre llamado Berenguer, quien había estado secretamente enamorado de Elisenda durante años. Berenguer, consumido por los celos, decidió romper su felicidad.
Un incendio provocado
Una noche, mientras la niebla cubría las calles de Barcelona, Berenguer siguió a Arnau hasta la floristería. En un acto de pura maldad, provocó un incendio en el lugar, con la esperanza de destruir tanto a Arnau como a Elisenda. El fuego se extendió rápidamente, y las llamas devoraron la tienda.
Arnau, al darse cuenta del peligro, corrió hacia el fuego para salvar a Elisenda, pero fue demasiado tarde. La floristería quedó reducida a cenizas, y entre los restos, solo se encontraron los cuerpos abrazados de Arnau y Elisenda, unidos en su último momento.
Un fantasma que aún perdura en el tiempo
La tragedia dejó una marca indeleble en la calle de la Flor del Lliri. Sin embargo, la leyenda cuenta que, en las noches de niebla, se puede ver a una figura fantasmal caminando por la calle, dejando un rastro de lirios blancos a su paso. Dicen que es el espíritu de Arnau, buscando eternamente a su amada Elisenda.
Con el paso del tiempo, los vecinos empezaron a colocar lirios blancos en sus ventanas en memoria de la pareja. Esta tradición ha perdurado hasta hoy, y aunque pocos recuerdan el origen de esta costumbre, la Calle de la Flor del Lliri sigue siendo un lugar impregnado de un misterioso y eterno aroma a lirios.
Así, la leyenda de Arnau y Elisenda sigue viva en los susurros del viento y en el perfume de las flores, recordándonos que el amor verdadero puede trascender incluso la tragedia más devastadora.