Fachada de El Marco de Oro

Fachada de El Marco de Oro Inma Santos

Vivir en Barcelona

El negocio familiar con 85 años de historia que resiste en el centro de Barcelona: un viaje ‘vintage’

Este local mantiene intacta su esencia de comercio de antaño y ofrece marcos artesanales a medida y reproducciones de antiguos carteles publicitarios

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En el número 145 de la calle Pau Claris, a un tiro de piedra del paseo de Gràcia, la Pedrera, la Casa Batlló y la Casa Ametller, en la planta baja de un edificio noucentista de 1890, se encuentra desde hace 85 años El Marco de Oro. Su escaparate es, sin duda, uno de sus mayores atractivos: un auténtico viaje ‘vintage’ en el tiempo, a través de antiguos carteles publicitarios como los de Nestlé, el circuito de carreras de Montjuïc o el brandy Veterano de Osborne.

No, no son originales; los auténticos no están a la venta. Son reproducciones exactas elaboradas por los hermanos Carlos y Joan Puigsech, una especialidad muy valorada por su clientela tanto nacional como internacional, con la que han complementado la actividad principal: la fabricación tradicional de marcos a medida.

Tercera generación

El Marco de Oro nació en 1939, poco después de la Guerra Civil Española, en un periodo de gran precariedad económica, una época en la que los intercambios de bienes eran comunes. En un entorno en el que el estraperlo y los pagos a plazos predominaban, los fundadores llegaron a fabricar marcos a cambio de pinturas u otros objetos. Con los años, la tienda fue expandiendo su gama de productos, siempre manteniendo la calidad y el trato personalizado.

Los hermanos Puigsech son los actuales propietarios y la tercera generación al frente del negocio familiar de fabricación de marcos y molduras, creado por sus abuelos, de quienes aprendieron las técnicas tradicionales del oficio que siguen utilizando casi un siglo después. Pero ese saber hacer no es lo único que se ha mantenido intacto en este establecimiento.

Comercios de antaño

Además de ese estilo ‘vintage’ que destilan el escaparate y el rótulo, el interior del establecimiento conserva el estilo de los comercios de antaño, con una atmósfera auténtica y una decoración casi inalterada desde su origen. Las paredes están revestidas de marcos de todos los estilos y tamaños, que dan fe de la maestría artesanal que ha definido a esta tienda durante sus más de 85 años.

Y si lo que está a la vista ya nos parece a la mayoría un tesoro, ¿qué más guardará esta tienda en sus entrañas? La curiosidad me mata porque he leído en alguna entrevista declaraciones de los propietarios que dicen: “la mejor parte está en el sótano, pero esa no la enseñamos”.