
Foto de la rúa del Carnaval de la Vila de Gràcia del año pasado / AJ. DE BARCELONA
¡Oh, no, el Carnaval!
El Carnaval era transgresor, pero con el apoyo de las instituciones es ya otra cosa y sin dinero y sin pasión solo te sale una birria
Carnaval en Barcelona 2025: fecha, programación completa y recorrido de la rúa
Las cosas, o te las tomas en serio o más vale no hacer nada. Tan tajante afirmación viene a cuento de las celebraciones del carnaval de Barcelona, que son de un cutre que atufa y bien haríamos en ahorrárnoslas.
Dejemos de lado que dichas celebraciones han perdido desde hace tiempo su carácter transgresor, como se deduce de que estén bendecidos por las autoridades, en vez de prohibidos y perseguidos, que sería lo suyo. Puede que su prohibición fuese la única medida razonable del general Franco, aunque se debiera a su natural meapilas.
Se supone que el carnaval es una burla del sistema, pero en la práctica, su capacidad subversiva es comparable a la de los ninots con intención política de las Fallas valencianas. Es decir, nula.

Una edición anterior del Carnaval de Sitges / AYUNTAMIENTO DE SITGES
Tal vez deberíamos convertir el carnaval en una diversión exclusivamente infantil. Los niños se lo pasan bomba disfrazándose y haciendo el ganso, pero los adultos… ¿A dónde van con esos disfraces chapuceros y baratos?
El carnaval requiere presupuesto y dedicación. De ahí los de Venecia (suntuosas fiestas privadas llenas de depravados) o Río de Janeiro (donde el personal se tira todo el año preparando su rúa y sus bailes). Pero sin dinero y sin pasión solo te sale una birria.
Por no hablar de que, en Barcelona, el clima no acompaña. ¿Hay algo más triste que ver a unas pobres chicas semidesnudas en el febrero catalán (no siempre congelado, pero con su rasca), imitando a las brasileñas, pero tiritando de frío? Dan ganas de echarles una Rebequita por encima a las pobres muchachas.
"Efusiones del populacho"
El sector más frívolo del colectivo gay siempre ha estado muy a favor del carnaval, pues permite a sus miembros salir a la calle hechos unos mamarrachos sin que los linchen. Pero tampoco se arruinan con sus disfraces y sus maquillajes y acaban dando tanta pena como las chicas que imitan a las garotas de Ipanema.
Afortunadamente, el centro habitual de esparcimiento de nuestras locazas es Sitges, no Barcelona, pero eso no evita que siempre te acabes cruzando con algún travelo cutre que te amarga el paseo.

Cartel del Carnaval de Molins de Rei de 2025
Curiosamente, el carnaval cuenta con la aprobación de la mayoría de la población, que te mira muy mal si haces algún comentario en la línea de este texto.
Recuerdo que hace unos años, en Madrid, en pleno carnaval, mi novia de entonces y yo coincidimos en un bar con unos amigos suyos y salió el tema del carnaval, en el que ellos pensaban participar. Cuando me preguntaron si iba a sumarme al jolgorio -que a ellos les parecía transgresor, subversivo y liberador-, respondí con una frase que había leído en algún libro de P.G. Wodehouse: “No, porque yo no apruebo las efusiones del populacho”.
La cosa no les hizo ninguna gracia. Me miraron muy mal, el encuentro adoptó un tono fúnebre, se fueron todos rápidamente y luego me cayó un chorreo de mi novia, a la que tampoco le había hecho ninguna gracia mi salida de pata de banco.

Una rúa de Carnaval en una imagen de archivo
La verdad es que quedé como un pijo y un gilipollas, pero me muero por un wisecrack. Visto con perspectiva, creo que más me habría valido quedarme callado o sumarme al alborozo general por la celebración del carnaval, esa fiesta tan transgresora y revolucionaria, pero qué se le va a hacer.
Creo que este fin de semana me voy a quedar en casa para no cruzarme con los carnavaleros locales. También lo hago el día de Sant Jordi, pues me abruma encontrarme la calle llena de intelectuales que van por ahí con un libro y una rosa.
Y si ustedes piensan sumarse este año al carnaval de Barcelona, no hagan ningún caso a este artículo. Piensen que soy un cenizo. Y puede que acierten.