La cineasta Carla Simón encuentra inspiración en la capital catalana: “Las calles de Barcelona tienen historias que no dejan de sorprenderme”

Carla Simón (Barcelona, 29 de diciembre de 1986) no solo se ha consolidado como una de las voces más influyentes del cine español contemporáneo, sino que también ha sabido plasmar en sus películas una mirada honesta, íntima y profundamente conectada con sus orígenes.

Su relación con Barcelona va más allá del vínculo natal: la ciudad forma parte esencial de su imaginario creativo.

La directora Carla Simón con el equipo de 'Estiu 1993' recogiendo el premio a Mejor Película / EFE 

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La cineasta se dio a conocer internacionalmente con Estiu 1993, una cinta autobiográfica que retrata el duelo infantil desde una óptica personal y poética.

En 2022, su segundo largometraje, Alcarràs, centrado en el final de una saga familiar agrícola, se alzó con el Oso de Oro en Berlín.

En 2025, la Generalitat le otorgó la Cruz de Sant Jordi, consolidando así una trayectoria marcada por la sensibilidad y la verdad narrativa.

Imagen de la película 'Alcarràs' de Carla Simón / RRSS

Aunque buena parte de su infancia transcurrió en el entorno rural de Les Planes d’Hostoles y La Garrotxa, fue en Barcelona donde se formó profesionalmente.

Estudió Comunicación Audiovisual en la UAB y cursó un máster en Londres, pero nunca dejó de mirar a su ciudad como fuente de ideas y emociones.

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Barcelona, entre el recuerdo y la saturación

En distintas entrevistas, Simón ha subrayado cómo Barcelona alimenta su creatividad. Asegura que caminar por sus barrios es una forma de observar el mundo y de encontrar pequeñas historias que laten en la vida cotidiana.

“Las calles de Barcelona tienen historias que no dejan de sorprenderme”, ha dicho en más de una ocasión.

Le interesa especialmente la Barcelona real, la que escapa al turismo masivo y conserva su textura social: “No busco postales, sino matices auténticos”.

Archivo - Vista panorámica de Barcelona, con La Basílica de la Sagrada Familia al fondo David Zorrakino - Europa Press

En su cine hay un esfuerzo por capturar esos detalles que otros pasan por alto: el gesto, la conversación robada, el silencio lleno de sentido.

Este amor por lo cotidiano contrasta con la situación actual de la ciudad. En 2024, Barcelona se consolidó como la ciudad turística más masificada del mundo, con 15 millones de visitantes y una densidad de más de 201.700 turistas por kilómetro cuadrado, superando a destinos como París o Dubái.

Por cada 100 residentes, hay 916 turistas. Y, según el último Barómetro Municipal, el turismo ya es la tercera preocupación de los barceloneses.

Una voz libre y crítica

Carla Simón se ha convertido también en una voz activa en la defensa del cine en catalán y de una industria más diversa e inclusiva. “El cine me ayuda a comprender la vida y a amarla mucho más”, declaró en una entrevista reciente.

Fotograma de la película 'Verano 1993' de Carla Simón / ARCHIVO

Su nueva película, Romería, cierra la trilogía iniciada con Estiu 1993 y Alcarràs. En ella explora la conexión entre el legado familiar, la identidad y el territorio.

Aunque transcurre entre Galicia y Cataluña, parte del guion lo escribió desde su casa en Barcelona, donde asegura sentirse inspirada por los ritmos propios de la ciudad.

Vitalidad y memoria en una ciudad transformada

Simón también participa activamente en la Residencia de Guion de la Academia del Cine Catalán, donde apoya a nuevos talentos.

Cree en una ciudad culturalmente viva, donde la creación no esté limitada por las presiones del mercado ni por la lógica del espectáculo.

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Para ella, el cine nace del gesto cotidiano, y Barcelona es el escenario perfecto para observar cómo late esa vida común.

En un momento en que la ciudad lucha por preservar su identidad ante los retos del turismo y la especulación, la mirada de Carla Simón es un recordatorio del poder de lo pequeño, de lo íntimo y de lo local.

Su cine, como su ciudad, habla en voz baja, pero deja huella. Y en cada plano, en cada diálogo, se intuye la certeza de que una caminata por sus calles ya ofrece inspiración suficiente para contar una buena historia.