Los dedos en garra, algo más que un problema estético

Los dedos en garra, algo más que un problema estético EFE

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Cuando caminar duele: cómo detectar y tratar los dedos en garra

Un dolor punzante, un callo que no desaparece, la incomodidad al calzarse. Lo que parece una molestia menor puede ser la primera pista de una deformidad que afecta a miles de personas: los dedos en garra, un trastorno que va más allá de lo estético y que conviene tratar cuanto antes

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Un dolor persistente al caminar, callos que reaparecen una y otra vez, esa punzada incómoda en la base del pie. Son señales aparentemente menores que muchos minimizan, pero que esconden una de las deformidades más habituales en la consulta del podólogo: los dedos en garra.

La molestia empieza casi siempre con la aparición de helomas, los conocidos callos, provocados por la fricción continua del calzado. Pero el problema va más allá: los dedos se retraen y dejan de apoyar correctamente sobre el suelo, generando un dolor agudo y punzante al caminar.

Esta postura forzada responde a múltiples causas: desde alteraciones biomecánicas o malformaciones congénitas, hasta problemas neurológicos que alteran la musculatura del pie.

“No se trata solo de un problema estético, sino de una alteración funcional que puede condicionar seriamente la calidad de vida del paciente”, advierte el doctor Daniel Mayral, podólogo del Centro Médico Teknon.

Factores desencadenantes

Entre los factores más frecuentes, los especialistas señalan el pie cavo, el uso prolongado de zapatos con puntera estrecha o tacones altos, la diabetes y deformidades como el hallux valgus, conocido popularmente como juanete.

“La biomecánica del pie es determinante: cuando el peso no se reparte de forma equilibrada, como ocurre en quienes tienen un pie equino funcional o metatarsianos largos, los dedos acaban adoptando una posición rígida y antinatural, elevándose del suelo y favoreciendo la aparición de hiperqueratosis”, explica el especialista. 

Estáticas o dinámicas

Los expertos distinguen entre deformidades estáticas, generalmente asociadas al uso continuado de calzado inadecuado, y deformidades dinámicas, que tienen su origen en desequilibrios musculares.

Estas últimas presentan tres patrones etiológicos distintos, todos relacionados con la mala alineación de los componentes del pie y el deterioro progresivo de su función natural. 

Prevención desde el calzado

La buena noticia es que no siempre se requiere cirugía. Existen medidas sencillas, pero eficaces que ayudan a prevenir y aliviar el problema: elegir zapatos de puntera ancha, evitar los tacones altos y utilizar plantillas ortopédicas personalizadas. "Si en algún momento requieren de intervención quirúrgica, hoy en día las técnicas que existen han mejorado la calidad de nuestros pacientes, siendo intervenciones de régimen ambulatorio, indoloras y recuperación muy rápida a la vida cotidiana", explica el podólogo de Teknon.

“En fases tempranas, las ortesis de silicona permiten descargar la presión y mejorar la postura de los dedos. Además, ejercicios como estirarlos, separar cada uno o recoger objetos pequeños del suelo mantienen activa la musculatura y retrasan la rigidez”, afirma el doctor Mayral. 

Atención a las señales

En personas con enfermedades previas como diabetes o artritis, el control periódico del podólogo resulta fundamental para detectar cualquier signo a tiempo.

Los dedos en garra no surgen de un día para otro, pero si las señales se ignoran, pueden convertirse en un problema crónico y doloroso. Como resume el doctor Mayral, “escuchar lo que dicen nuestros pies es escuchar lo que dice nuestro cuerpo. Cuidarlos es invertir en calidad de vida”.