Diego Carrera, brigada municipal del cementerio de Montjuïc Barcelona
Diego Carrera, enterrador del cementerio más importante de Barcelona: “Soy padre y despedir a un niño es muy duro”
Aunque estudió Ingeniería Electrónica, este año cumple dos décadas trabajando como brigada municipal en el camposanto de Montjuïc y se convierte en uno de los trabajadores más veteranos
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Diego Carrera ha aprendido a vivir cada día como si fuera el último. No por ninguna razón en particular, sino porque su trabajo le ha enseñado qué es lo verdaderamente importante en la vida. Así lo cuenta él mismo a Metrópoli, cuando se cumplen 20 años desde que empezó a trabajar como brigada municipal en el cementerio de Montjuïc, en Barcelona.
“Desde entonces valoro mucho más el día a día”, explica. Por su profesión, se ha acostumbrado a convivir a diario con la muerte. Según detalla, en el cementerio se entierran unas 30 personas cada día: “aquí hay media Barcelona”.
Es uno de los oficios más antiguos, y Carrera uno de los enterradores más veteranos de Montjuïc. Tal vez por eso siente este lugar como su segunda casa. “Somos una gran familia”, expresa, haciendo referencia a sus compañeros de profesión.
Pero todo trabajo tiene su cruz, y en el suyo es inevitable vivir días difíciles. “Soy padre, y enterrar a un niño es muy duro”, se sincera con este medio. Carrera recuerda una situación en particular: “nunca olvidaré a una mujer que, por un accidente de tráfico, tuvo que enterrar a su marido y a sus dos hijos”. “Te pones en su piel y piensas: ¿cómo continuará la vida?”, añade.
Por experiencias como estas, Carrera da ahora más importancia a los pequeños detalles y a los momentos compartidos con su familia. “Al final, es lo que uno se lleva, porque lo material, lo que uno idealiza… se queda aquí”, reflexiona.
Formación psicológica
La costumbre les ayuda a afrontar situaciones de gran sensibilidad, para las que reciben formación psicológica y aprenden a gestionar las diferentes etapas del duelo.
De este modo, intentan que el trámite sea “lo más llevadero posible” para los familiares. “A nadie le gusta hablar de la muerte, pero al final, es un paso más de la vida”, apunta Carrera.
“Es diferente cuando se despiden de un ser querido en el tanatorio, donde todavía lo tienen delante, que en el momento de enterrarlo, porque aquí se mete el cuerpo en un nicho, se cierra, y se van solos”, explica. Es, según el mismo, un choque “fuerte” con la realidad, que se vive “de forma muy brusca”.
Diego Carrera, brigada municipal del cementerio de Montjuïc Barcelona
Ingeniero electrónico
Fue la búsqueda de estabilidad laboral lo que llevó a Carrera a probar suerte como enterrador, aunque está graduado en Ingeniería Electrónica.
Un amigo le habló del oficio y, tras probarlo, vio que le gustaba. “Es un trabajo peculiar, pero cuando te adaptas a él te das cuenta de que es como cualquier otro”, señala en conversación con este medio.
Eso sí, al principio le costaba separar sus propios sentimientos de los de las familias, sobre todo si se tiene hijos, como en su caso.
Un oficio físico y mental
En el momento de enterrar a una persona, Carrera explica que nunca están solos. Forman equipos de dos, salvo en aquellos casos en los que se trata de panteones, que son más.
“Es un trabajo que requiere mucho esfuerzo físico porque levantamos bastante peso”, detalla, en referencia a los féretros y lápidas.
Por eso, a sus 42 años, es uno de los enterradores más veteranos de Montjuïc. Junto a sus compañeros, no solo realiza inhumaciones, también se encarga de la adecuación de las sepulturas y del mantenimiento del cementerio, uno de los más emblemáticos de la ciudad. Cuenta con más de 151.000 sepulturas distribuidas en una superficie de 567.934 metros cuadrados.
Sepulturas del cementerio de Montjuïc Barcelona
Más incineraciones
En los últimos años, ha habido un cambio de costumbres. Según apunta Carrera, se han duplicado las incineraciones, más populares entre las nuevas generaciones.
De hecho, señala que realizan tanto entierros como incineraciones a partes iguales. “Entre la gente mayor es más común ir al cementerio, a la gente joven le gusta menos”, detalla.
Cuando más inhumaciones se realizaron fue durante la pandemia, que Carrera recuerda como una de las situaciones más “heavys” que ha vivido nunca. “El Covid fue muy duro, pero lo recuerdo con orgullo porque hicimos todo lo posible por los ciudadanos”, expresa Carrera a este diario.
Doblaron turnos, trabajaron horas extras, y todo ello intentando no contagiarse, “porque si no, no se inhumaba”, sentencia.
Personas ilustres
Uno de los aspectos que más destaca Carrera de Montjuïc es la historia que aguarda entre tumbas y mausoleos. “Hay muchas personas ilustres enterradas aquí”, señala.
Lluís Companys es un ejemplo, que reposa en el Fosar de la Pedrera, un espacio destinado a la memoria colectiva. También está enterrado en Montjuïc Ildefons Cerdà, el ingeniero que dio forma a Barcelona, en una tumba que reproduce el plano del Eixample.
Tumba de Ildefons Cerdà en el cementerio de Montjuïc, que reproduce el plano del Eixample Barcelona
El fundador del FC Barcelona, Joan Gamper, descansa cerca de los cuerpos de otros ilustres azulgranas, como el exvicepresidente Nicolau Casaus y el portero Ricardo Zamora.
El expresidente de Catalunya, conocido también como l’avi, está enterrado en un panteón del cementerio de Montjuïc. Francesc Macià murió el día de Navidad de 1933, solo un año después de asumir la presidencia de la Generalitat.
Nicolau Juncosa i Sabaté, teniente de alcalde de Barcelona entre el 1909 y el 1913, también descansa en Montjuïc, en una de las sepulturas más icónicas del camposanto.
Lo más sorprendente de la obra es que fue encargada por el mismo Nicolau y que el rostro de su estatua fue realizado mediante la técnica de la máscara de tiza aplicada una vez muerto, de forma que pudieron reproducir fielmente su expresión facial.
Sepultura de Nicolau Juncosa en el cementerio de Montjuïc Barcelona
Joan Miró también fue enterrado en Montjuïc, pese a fallecer en Palma de Mallorca en 1983, tras regresar de un largo exilio en París.
Jacint Verdaguer i Santaló es una de las grandes figuras literarias catalanas y uno de los padres de la Renaixença. Murió el 10 de junio de 1902 en Vallvidrera y fue enterrado en Montjuïc, protagonizando una de las inhumaciones más multitudinarias de la historia de Barcelona.