Cristina, conocida en redes sociales como Crafty Cris durante la jornada de talleres de Bricodepot de Cabrera de Mar Cabrera de Mar
Cristina Alejos, experta en bricolaje de 33 años: “El sector está en auge y hay un espacio enorme para las mujeres"
Todo empezó hace a penas cuatro años cuando la joven de 33 años subió un vídeo a redes sociales donde reformaba un mueble viejo de su casa, el vídeo “explotó” y decidió crearse un perfil especializado: muchos la conocen como Crafty Cris
El taller improvisado bajo una carpa blanca huele a madera recién cortada y pintura. En el almacén de Brico Depôt de Cabrera de Mar, decenas de adolescentes se arremolinan en torno a una mesa.
Frente a ellas, una mujer de mono azul y sonrisa franca sostiene una sierra eléctrica y dice: "No tengáis miedo, esto también es para vosotras" mientras sostiene una caja de herramientas.
Adolescentes en los talles organizados por Bricodepot en Cabrera de Mar Cabrera de Mar
Ella es Cristina Alejos, aunque en internet todos la conocen como Crafty Cris. Tiene 33 años, es de Barcelona y se ha hecho un hueco en un mundo donde todavía son minoría: el de las reformas y el bricolaje. “No ha sido fácil”, confiesa entre risas.
“Aún hoy, cuando llegas a una obra, hay quien te mira como si no supieras lo que haces. Pero cada vez somos más, y eso lo cambia todo", dice en conversación con Metrópoli.
Un oficio que empezó en casa
Todo empezó, cuenta, hace apenas cuatro años. “Después de la pandemia subí un vídeo reformando un mueble viejo de mi casa. Fue casualidad, ni siquiera lo planeé. Pero de repente, el vídeo explotó. Empezó a seguirme muchísima gente y comencé a hacer tutoriales sobre bricolaje y reformas. Y así nació Crafty Cris”, explica.
Adolescentes durante los talleres de Bricodepot Cabrera de Mar
Hoy su cuenta acumula miles de seguidores en Instagram y TikTok. En sus vídeos, enseña a transformar cocinas, montar estanterías o pintar azulejos, siempre con la misma premisa: “si yo puedo hacerlo, tú también".
Pero más allá de la pantalla, Cristina ha convertido su afición en una profesión. Dirige una asesoría de reformas y diseño doméstico, donde ayuda a particulares a transformar sus hogares “en espacios con alma”.
A veces lo hace de forma presencial, a veces guiando a distancia a quienes se animan a coger por primera vez una herramienta.
El desafío de abrir camino
Este miércoles, 22 de octubre, Cristina fue una de las cuatro referentes femeninas invitadas al “Desafío Construimos Juntas”, la iniciativa organizada por Brico Depôt en Cabrera de Mar para fomentar la presencia femenina en la construcción.
Jóvenes durante los talleres de Bricodepot Cabrera de Mar
El dato que dio origen al proyecto es contundente: solo el 11,4% de las personas que trabajan en el sector en España son mujeres, y apenas un 0,7% lo hace a pie de obra.
Para revertir esa realidad, cuarenta alumnas de secundaria de distintos centros catalanes participaron en talleres de pintura, fontanería, albañilería y bricolaje, guiadas por profesionales como Cristina.
“Lo que más me gusta de días como hoy es ver cómo cambian las caras. Llegan con miedo, sin saber si serán capaces, y en una hora ya están usando un taladro", dice Cristina orgullosa.
Las chicas asienten, algunas sonríen tímidas mientras se pasan el martillo de una mano a otra. El sonido metálico de las herramientas se mezcla con las conversaciones nerviosas y con el zumbido de las cámaras de los móviles que registran cada paso.
Contra el prejuicio
Cristina sabe bien lo que es enfrentarse al escepticismo. “Recibo muchos comentarios feos, sobre todo de hombres. Hay quien me dice que este no es trabajo para mujeres", asegura.
Pero aun así, ella asegura que intenta no quedarse con eso y prefiere centrarse en los mensajes de quienes le dicen que se han animado a reformar su casa o que han aprendido a usar una herramienta gracias a sus vídeos. "Eso es lo que importa", concluye.
Jóvenes en los talleres de Bricodepot Cabrera de Mar
Cuando le preguntan si alguna vez dudó de si seguir o no, lo tiene claro: “Sí, claro que cuesta. Pero nunca he pensado en rendirme. Creo en lo que hago, y sé que lo hago bien”.
Inspirar a las que vienen
A media mañana, el sol se cuela entre las estanterías de la carpa. El ruido se mezcla con las risas. La jornada avanza y lo que empezó como un taller se convierte casi en una fiesta. Las chicas pintan, montan piezas, prueban herramientas.
“Muchas tienen miedo porque nunca han tocado una herramienta, pero en cuanto lo hacen, cambian. Se les va el miedo de golpe. Y eso me emociona. Se están atreviendo a cosas que antes ni imaginaban”, dice Cristina.
Su mensaje es simple, pero poderoso: que ninguna chica descarte un oficio por prejuicio. “El futuro del sector está creciendo y hay un espacio enorme para las mujeres que quieran dedicarse a esto. Tenemos otra mirada, más estética, más detallista. Eso no es una debilidad, es una fortaleza", añade.