Portera Numancia

Portera Numancia Òscar Gil Coy Barcelona

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Carolina (62 años), portera en Barcelona: "Si no ahorras, en la jubilación te quedas en la calle"

Entre la automatización y la rutina diaria, la mujer reflexiona sobre el valor humano de su trabajo y la necesidad de planificación para su futuro

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En el corazón de Les Corts, Carolina, de 62 años, abre la puerta de la portería donde ha trabajado desde los 52. Su rutina diaria combina limpieza, gestión de paquetes y un trato humano que va más allá de cualquier manual.

Pero detrás de su sonrisa y de la paciencia con la que atiende a vecinos y vecinas, Carolina guarda una advertencia clara: "Como no ahorres, cuando te jubiles te quedas en la calle".

Un trabajo humano frente a la automatización

Con los avances tecnológicos, muchas tareas que antes eran esenciales para un portero ahora las realizan lockers automáticos o empresas externas. “Quitando el tema de los paquetes, ahora se resuelve muchas veces con un locker… también la limpieza viene una empresa dos veces por semana y hace lo mismo que hago yo”, explica Carolina.

Sin embargo, insiste: lo que diferencia su trabajo es el trato humano, el acompañamiento y la capacidad de mediar entre vecinos.

Portería de un edificio en Les Corts

Portería de un edificio en Les Corts Òscar Gil Coy Barcelona

Para ella, ser portera es un oficio de cercanía, de empatía y de pequeños gestos que generan confianza: desde recibir a un vecino preocupado hasta decorar el árbol de Navidad natural cada año, un ritual que combina organización y creatividad.

“Me encanta arrastrar a mi pareja al mercado para regatear el árbol y ponerle adornos. Es mi parte artística y lúdica”, añade con entusiasmo.

Libertad y condiciones laborales

A diferencia de muchos empleos, Carolina disfruta de flexibilidad dentro de un horario marcado: de 8:30 a 13:30 y de 17:00 a 20:00 horas. Ella misma se organiza, ajusta sus tareas y gestiona permisos médicos sin problemas. 

Además, su salario sigue el convenio y, al vivir en el mismo edificio, solo paga suministros, un privilegio en la ciudad.

“Ahora he cobrado el segundo quinquenio tras 10 años”, asegura, subrayando la importancia de estas mejoras que poco a poco desaparecen.

Para Carolina, estas condiciones, junto con la experiencia y autonomía que le brinda su trabajo, representan un equilibrio difícil de encontrar en otros empleos.

Una profesión en peligro

Carolina es consciente de que su oficio está en peligro de extinción. La proliferación de porteros automáticos y la digitalización hacen que cada vez haya menos porteros en viviendas. “Ojalá pudiera revivir esta figura porque un trabajo así unifica y media. Pero con el pesimismo que hay últimamente, está en tendencia a desaparecer”, reflexiona.

Portería de una edificio en Les Corts

Portería de una edificio en Les Corts Òscar Gil Coy Barcelona

Por eso insiste en que los jóvenes deberían buscar otras opciones antes de dedicarse a este oficio. “Si eres joven, haz algo. Porque hacer poco te lleva a hacer menos, y luego a hacer nada”, advierte, recordando la necesidad de planificación económica y ahorro para la jubilación.

Más que limpiar: acompañar y sostener

La verdadera labor de Carolina no está solo en la limpieza o en recoger paquetes, sino en sostener un tejido comunitario. Desde escuchar historias de vecinos mayores hasta mediar en pequeños conflictos de convivencia, ella se ha convertido en un punto de referencia para quienes viven en el edificio. “Siempre intento tener algo que hacer aparte, un libro o libreta, porque si no, ver pasar las horas no mola”, dice.

Para Carolina, su trabajo combina responsabilidad, creatividad y aprendizaje constante. Pero la mirada hacia el futuro es clara: sin ahorro y previsión, la estabilidad económica tras la jubilación no está garantizada, incluso para quienes han dedicado su vida a cuidar y mediar por los demás.