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Barcelona se sumará una vez más al ritual más esperado del año: la Lotería de Navidad. Calles, administraciones y hogares de la ciudad se llenarán de ilusión, mientras millones de catalanes sueñan con que la suerte les toque. Aunque los números y los bombos son imprevisibles, la ciudad guarda en la memoria episodios en los que la fortuna se dejó notar con fuerza, como aquel año 2010 que todavía hoy se recuerda como una auténtica lluvia de millones sobre Barcelona.

Hace quince años, el número 79250, el más alto de la historia del sorteo desde su creación en 1812, devolvió 411 millones de euros a Catalunya, dejando estampas de euforia y sorpresa en Cerdanyola, Pallejà y Barcelona.

La mayoría de los décimos se vendieron en la administración número 7 de Cerdanyola del Vallès, que despachó 92 series, equivalentes a 276 millones de euros, de las cuales 60 fueron a parar al Bar Maldonado de Pallejà, distribuyendo entre clientes 180 millones de euros.

Loterías y Apuestas del Estado las Arenas SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

El premio en Barcelona ciudad

En la capital catalana, el sorteo también dejó su marca. La administración 323 de Mercabarna repartió 44 series, es decir, 132 millones de euros, entre trabajadores, proveedores y clientes de las empresas situadas en el mercado mayorista. Cristina Roig, propietaria de la administración, recordaba con orgullo que era el primer premio importante que vendía, tras haber despachado el año anterior un quinto premio.

Otro punto de suerte fue la administración 97 de la plaza de Urquinaona, donde se vendió por ventanilla una serie completa del 79250. La mayoría de esos décimos fueron adquiridos por la empresa de transportes TCH Trans, de Huelva, que los repartió entre sus conductores y personal. “Casi todos los empleados jugaban al menos un décimo”, comentaban trabajadores de la compañía, sorprendidos y agradecidos por aquel pellizco inesperado.

Otros premios

Desde entonces, Barcelona ha visto cómo algunos décimos premiados llegaban esporádicamente, como en 2022, cuando un estanco del paseo de la Zona Franca vendió tres décimos del 05490, o en 2023, con varios premios repartidos entre Les Arenes, el Centre de la Vila y la Creu Coberta.

Una administración en una imagen de archivo SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

Sin embargo, la ciudad no había vivido una lluvia de millones como la de 2010, cuando el Gordo tocó tanto a trabajadores como a clientes habituales, dejando historias que aún se recuerdan con emoción.

Ilusión

Para mañana, los barceloneses se preparan para vivir la ilusión navideña con la compra de sus décimos en administraciones repartidas por toda la ciudad. La tradición manda que muchos se reúnan con amigos o familiares para seguir el sorteo, que comenzará a media mañana, escuchando con atención los cantos de los niños de San Ildefonso que anunciarán cada premio.

En la memoria de quienes vivieron aquel 2010, la ciudad parecía un lugar distinto: las calles se llenaron de conversaciones sobre décimos premiados, risas y la incredulidad de ver cómo la suerte tocaba tanto a empresas como a particulares. La emoción se trasladaba a los bares, donde clientes celebraban sus pequeños y grandes premios mientras se compartían historias de décimos comprados casi por azar.

Mañana, Barcelona volverá a esperar su momento. Entre los miles de décimos que se jugarán, algunos soñadores esperan repetir la suerte de aquellos años memorables. Ya sea un pellizco pequeño o el Gordo, la ciudad se prepara para escuchar los números que podrían cambiar vidas, recordando que la Lotería de Navidad no es solo un sorteo: es una tradición que despierta la esperanza y el espíritu de comunidad en toda España.

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