Fachada de la Camiseria Pons, actual local de una panadería de Cal Moliné / INMA SANTOS

Fachada de la Camiseria Pons, actual local de una panadería de Cal Moliné / INMA SANTOS

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Camisería Pons: del traje a medida a la barra de pan

La centenaria tienda de ropa de la familia Pons cerró en 2015, pero el local, ahora convertido en una panadería de la cadena Cal Moliné, ha conservado los elementos modernistas

19 marzo, 2023 00:00

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En el número 49 de Gran de Gràcia, un rótulo de cristal grabado anuncia con grandes letras pintadas y con pan de oro sobre fondo negro: Camisería Pons. Así, a simple vista, todo parece normal, un cartel típico de las tiendas modernistas en los bajos de un edificio entre medianeras también de estilo modernista, oh sorpresa, fue proyectado por Enric Sagnier Vilaveccia en 1905 a petición de Josep Bertrand, Y hasta aquí, todo encaja. Hasta que la vista se detiene en el escaparate y, a través del cristal, en lugar de camisas descubre barras de pan. Y, entonces, solo entonces salta a la vista el otro rótulo, el de Cal Moliné, la cadena de panaderías con sede en Manresa que se instaló en el local en 2019, cuatro años después de que Pons bajara la persiana definitivamente. No, no está todo perdido, es un local protegido, de manera que el nuevo negocio ha tenido que adaptar en gran medida su fisonomía, conservando obligatoriamente los elementos modernistas.

Hubo un tiempo en el que quién quería hacerse un vestido o un traje a medida iba sin dudarlo a Camisería Pons. Así fue desde 1907, cuando la familia Pons, que tenía tienda en Portaferrissa desde 1900, abrió una sucursal en el número 49 de Gran de Gràcia. Una larga trayectoria que duró hasta su cierre en 2015, regentada entonces por la Isabel Estrany, la cuarta generación de la familia Pons. En sus más de 100 años de vida, la tienda supo adaptarse a modas y tendencias. Así, en 1987, la antigua camisería se transformó en multimarca de hombre y mujer. Siempre apostó por jóvenes diseñadores que después se convirtieron en grandes estrellas de la moda y, entre sus aciertos estuvo centrarse casi exclusivamente en el diseño español, además de introducir firmas extranjeras de reconocido prestigio.

Un año antes de echar el cierre, Camisería Pons entró a formar parte de la lista selecta de comercios emblemáticos: fiel a sus orígenes, los propietarios no habían tocado prácticamente nada, ni el rótulo de la entrada, ni el escaparate, ni el mostrador de madera ni las estanterías, de manera que todo quedó documentado como patrimonio intocable de Barcelona.

Un patrimonio del que los barceloneses podemos seguir disfrutando, ahora acompañado de una barra de buen pan.

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